Diez años hace ya que llegó al mundo el pequeño de los Lamborghini, el Gallardo y, pese a su bravo nombre pareció condenado a nacer y vivir con el estigma de ser el hermano menor del rey de los deportivos de Santa Ágata Boloñese, el Murciélago, tanto fue así que antes, durante y después de su presentación fue conocido como el "baby Lambo".
El hecho de ser el Lamborghini de acceso, más barato, menos potente y, por lo tanto, menos exclusivo, pareció hacer que los puristas rechazaran este superdeportivo. Poco a poco, prueba a prueba, duelo a duelo, fue ganando adeptos tanto que hizo girar el concepto de primer Lamborghini a comprar para aparentar a un Lamborghini con el que soñar.
Fue, posiblemente, con la llegada del soberbio Superleggera en 2007 cuando realmente logró zafarse de las ataduras de ser algo más que "el Lambo de los pobres" y plantó cara a rivales tan poderosos como el paisano Ferrari 430 Scuderia.
Sea como fuere, en 2010 Lamborghini había tomado la determinación de alargar al máximo la vida comercial del Gallardo y, el que en principio podría ser poco más que un vehículo de transición, se estableció como un modelo propio pero que necesitaba un lavado muy acertado de cara y una profunda actualización tecnológica y entonces llegó la segunda generación con el LP560-4 .
Después cayeron como un castillo de naipes un despropósito de versiones especiales, como la edición pintada en oro hasta otras que anunciaban casi trimestralmente ser la última, el broche final de la producción pero esto no fue real hasta la presentación del Squadra Corse, que no deja de ser sino una vuelta de tuerca del excepcional Lamborghini Gallardo LP 570-4 Super Trofeo Stradale que a su vez derivaba de la segunda generación del Superleggera... es decir, aburrieron con sus ediciones especiales que no fueron más que un sacacuartos de los amigos de los pozos petrolíferos que ansiaban coleccionar piezas producidas en cantidades inferiores que los dedos de una mano pero con precios que duplicaban el valor del modelo de base.
En cualquier caso, llevamos al menos tres años sabiendo que el tirón del Gallardo agonizaba (de hecho la puntilla fue el horripilante kit que endosaron al último lavado de cara presentado en el Salón de París de 2012. A Lamborghini se le acaban las ideas, las excusas y el Gallardo debía desaparecer con la honra y el reconocimiento digno que un espectacular deportivo como él debe recibir, como así lo es y lo merece mientras llegaba su sucesor.
El momento del adiós
Por ello, el último Gallardo ya ha sido fabricado, concretamente un precioso Perfomante (el Superleggera II spyder) ha sido el último en salir de la línea de producción de la fábrica y por ello todo el equipo, desde el presidente Winkelmann hasta el último de los trabajadores implicados en la cadena han formado parte y hecho esta fotografía histórica ya que éste es el último Gallardo, el 14.022 concretamente, casi el 50% de todos los vehículos construidos desde 1963 por la marca que fundó Ferrucio Lamborghini.
Con el éxito tanto comercial como de crítica de la mayoría de sus vehículos, quien recoja el testigo, conocido como Cabrera, tendrán el listón muy alto, tremendamente alto y no solo deberá hacer olvidar a las 32 variantes de Gallardos que han existido sino que deberá dejar atrás lo que ediciones tan espectaculares como el LP550-2 Valentino Balboni lograron dejar en la impronta de quienes nos declaramos fans y amantes de la marca del toro salvaje.
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