No siempre ocultos del todo ni siempre en colegios y polideportivos, pero tres radares móviles del Ayuntamiento de la capital se encargaron de cazar el año pasado a más de 2.000 conductores infractores.
Según una información publicada por El País, la Dirección General de Movilidad de Madrid lleva meses instando a sus agentes a que esos tres radares estén en pleno funcionamiento.Se suelen colocar detrás de una furgoneta bien aparcada en la que hay agentes de Movilidad. Según sostienen fuentes oficiales de la Dirección General de Movilidad, estas furgonetas están señalizadas: bien por las luces azules de la parte superior y un tribote o bien colocando una señal azul que indica al conductor que se encuentra en una zona donde la velocidad es controlada por radar.
Sin embargo, la propia experiencia de los periodistas de El País encargados de llevar a cabo este reportaje y las denuncias que se han hecho públicas desde asociaciones sindicales reiteran que la mayoría de las veces el conductor no se entera por falta de señalización.
El modus operandi de los agentes varía. En unas ocasiones, unos metros más adelante del radar hay apostados otros agentes a los que se les notifica el conductor infractor. Éstos le paran y tramitan la multa. Otras veces -las más-, el conductor sólo se entera de que es denunciado cuando recibe una carta certificada en casa. Las multas oscilan entre 100 y 600 euros con posibilidad de pérdida de entre 2 y 6 puntos del carnet. Si la cuantía se paga en los plazos fijados, se reduce a la mitad.
¿Sin afán recaudatorio?
Aunque, tal y como contamos, los radares se ocultan en la mayoría de las ocasiones y las consecuencias para el conductor infractor terminan siendo económicas, desde la Dirección General de Movilidad se insiste en que no existe un afán recaudatorio: "no tiene un fin recaudatorio, como pudieran pensar los ciudadanos [...] Solo se va a por los conductores que circulan a altas velocidades dentro del casco urbano, que son los que pueden generar un accidente grave. El que se pasa por poco no lo multamos nunca", afirman las fuentes oficiales consultadas por el diario.
Se enrocan en que su fin es el de prevenir de accidentes graves: "Nuestra función es prevenir, de ahí que los señalicemos. Ponen muchas más multas los radares fijos de la M-30 que los nuestros", se defienden.
De hecho, tanto insisten en que su fin es prevenir que alegan que estos tres radares móviles se suelen situar en colegios, polideportivos, centros de mayores... Lugares todos ellos en los que hay un mayor riesgo de atropello. Sin embargo, fuentes sindicales denuncian que hay puntos concretos de la capital en los que se acostumbra a instalar estos cinemómetros dado sus buenos resultados a la hora de 'cazar'. El final de la calle Méndez Álvaro a la altura de la estación de Atocha es uno de estos lugares idóneos. Así como las proximidades de la Plaza de las Ventas y la avenida de Antonio Machado. Los propios periodistas de El País descubrieron dos de estos radares móviles "sin afan recaudatorio" en apenas 500 metros y en una zona regulada por semáforos y sin colegios a la vista: la avenida Pablo Iglesias y la calle Raimundo Fernández Villaverde.
Amplias avenidas en los que es difícil ajustarse a los límites de velocidad por la presión del tráfico parecen las zonas indicadas para colocar estos tres radares móviles que ocultos o no, lo cierto es que cada uno cazó a más de 700 infractores el año pasado.
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