En un escaso esfuerzo de innovación, en la antesala del Salón de Ginebra, la marca británica Bentley se ha unido al grupo de marcas de lujo que, al margen de la posible depresión económica, buscan una inyección de ingresos con un todoterreno de dudosa utilidad como tal.
Observando las imágenes, el equipo de diseño ha tomado el frontal de un Continental, le ha bajado los faros más escorados, le han añadido una suspensión de 4x4 campero y han logrado un SUV sin demasiada complicación, que, al fin y al cabo, esas tres letras tienen más glamour que todoterreno. La trasera no deja de ser un estilo a otros vehículos conocidos recordándome en exceso al Range Rover Sport, adoptando los pilotos del Touareg y la caída de las ventanillas traseras del Cayenne mkI. Es decir, este Bentley no ofrece nada nuevo en este complicado y disputado terreno que dentro de poco pudiera tener uno o dos nuevos contendientes si Lamborghini confirma su entrada en este segmento y Lamborghini hace lo propio con el Kubang.
Un todoterreno que rara vez le veremos embarrado
El lujo está a la vista se mire por donde se mire y la clientela a la que se dirige lo estará esperando por lo que resultará extraño ver a uno de estos vehículos en un lugar para el que, por concepto, fue creado: en el barro.
Mecánicamente, este prototipo lleva como corazón un descomunal W12 de 6 litros y doble turbo con un potencial de 600 CV y un brutal par de 800 Nm. No hay que olvidar que, con la nueva generación del Continental, Bentley ha presentado recientemente un motor de 4 litros de 8 cilindros en V que podría ser otra opción más mundana que el concept del que hablamos.
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