Si bien ya vimos en las anteriores partes de este reportaje como Chrysler aunaba en el 300C dos entidades tan equidistantes como la tecnología alemana con el sabor americano, al poder analizarlo de cerca y en profundidad nos quedaba más patente si cabe esa sensación. Su maciza y voluminosa figura no ha perdido un ápice de actualidad a pesar de que fuera presentado hace ya más de diez años, ofreciendo aun esa sensación de que no se está ante un vehículo como los demás, no mejor o peor, simplemente diferente.
Su estética es ante todo original, si bien rezuma el ADN de la marca que lo firma desde sus cuatro costados, no despide la impresión que suelen dar muchos diseños norteamericanos, pensados exclusivamente para el público del nuevo continente y que suelen parecer fuera de lugar entre el parque automovilístico europeo.Es digno de mención el increíble estado de conservación de la unidad que tuvimos la suerte de analizar, ya que a pesar del tiempo de uso y su kilometraje, se encontraba completamente nuevo. Cada cromado, pieza de metal o de plástico del interior mostraban el mismo estado que cuando fue matriculado, hace casi 10 años. Algo extremadamente raro e inusual, ya que no es habitual encontrar un vehículo de casi una década sin un solo roce tanto en el exterior como en su interior.
Una vez inspeccionado exteriormente, accedemos a un habitáculo donde el ajuste es muy alemán, pero el diseño no denota que estamos dentro de una berlina de 5 metros de largo. Excepción hecha del voluminoso y vertical salpicadero, que destaca en color plateado la consola central. Al ser un vehículo de cierto tiempo no encontramos las ya habituales pantallas multifunción y los distintos mandos presentan un diseño muy americano, empezando por la gran palanca de cambios, que dispone de un recorrido sinuoso para su accionamiento.
Todos los mandos son suaves y precisos y los relojes son visiblemente de gran tamaño, con una llamativa luz celeste de fondo. A nivel anecdótico lo primero que nos llama la atención fue un gran 'NO' mayúsculo en el tablero de instrumentos, que no era otra cosa que la brújula, que nos iba indicando constantemente la dirección hacia la que está orientada el vehículo. EL 300C dispone de todos aquellos elementos de confort y ayuda a la conducción que podemos esperar hoy día en cualquier vehículo actual, como los sensores de aparcamiento, algo casi indispensable en un vehículo de este tamaño.
Carretera
Las sensaciones de conducción son como cabe esperar de un vehículo americano de este volumen y potencia, tranquilo y sosegado pero voluntarioso, dispone de par suficiente para poder subir de vueltas con contundencia pero sin llegar a hacernos sentir que disponemos de un enorme caballaje. De hecho, nos sorprende el aplomo con el que se asienta sobre el asfalto y absorbe los baches, ya que si bien filtra muchísimo no nos hace sentir como en muchos vehículos actuales, que parecen andar sobre esponjas en lugar de sobre neumáticos. La responsable de este efecto son claramente los elementos de suspensión firmados por Mercedes-Benz, auténtica referencia mundial en términos de confort de marcha.
De hecho, es de esos pocos modelos que están tan bien insonorizados que permiten conversar con normalidad dentro del habitáculo a cualquier velocidad pero te impiden tener una conversación con alguien que esté fuera del vehículo si están puertas y ventanas cerradas.
El resultado es un modelo muy confortable, lo suficientemente potente para mover con soltura el elevado tonelaje del modelo y que curiosamente resulta bastante escueto en cuanto al consumo de combustible, ya que logra obtener medias en carretera en torno a los seis litros y en circuito urbano es fácil no superar los 10 litros / 100 kms.
El apartado de los frenos lo aprueba con nota, los enormes discos de 345 milímetros de diámetro delante y de 320 en el eje trasero cumplen a la perfección incluso con la elevada cota de peso del sedán.
En definitiva, el Chrysler 300C no dispone del refinamiento tecnológico extremo de modelos actuales de las grandes marcas Premium pero resulta más confortable que muchas berlinas actuales, en un paquete además con una llamativa estética diferenciadora, por lo que será un modelo que echaremos de menos, ya que con la reciente marcha del Lancia Thema perdemos a un modelo muy americano, pero con ADN europeo en sus entrañas.
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