En plena crisis del petróleo, Robert Opron recibió un gran desafío por parte de Citroën: diseñar una berlina completamente revolucionaria, que contara con una aerodinámica perfecta y muy estudiada y por supuesto, la mayor eficiencia disponible para la época. Con estas cualidades y muchas otras, se presentó durante el Salón de París de 1974 el Citroën CX.
Presentaba unas cualidades únicas para la época, como un gran confort, un interior muy ergonómico y un comportamiento magnífico en carretera. Solo un año después se presentó una carrocería familiar, que conoceríamos como Break y que sin duda cumplió al máximo las expectativas de las familias que querían espacio para los largos viajes de carretera.
Pero pese a ser una berlina, Citroën ofrecía una versión picante que conoceríamos como GTI, que adoptaría bajo su capó un motor gasolina de 2,4 litros que desarrollaba 115 CV.
Por supuesto, no podemos olvidar otras versiones destinadas a ofrecer el máximo confort a sus ocupantes, como la serie Prestige, que añadía 28 centímetros a la carrocería que sin duda agradecerían los ocupantes de las plazas traseras.
Referencia en tecnología
Pero donde sin duda no tuvo rival fue con su suspensión. Heredaba la suspensión hidroneumática que equipaba el DS, lo que conseguía un gran confort en marcha así como una estabilidad en carretera intachable. Si a esto le añadimos la dirección asistida variable en función de la velocidad que fue extraída del mismo SM, podemos comprender por qué fue la berlina más codiciada de la época.
Citroën lo ofrecería hasta 1991, año en el que se cerró de forma definitiva su línea de producción. Tras fabricar más de 1,2 millones de unidades, dejó constancia de su éxito.
Hoy celebra su 40 aniversario, y por ello hemos hecho ese pequeño repaso a su historia. Felicidades a Citroën y sobretodo, gracias por darnos el CX, un modelo que, a día de hoy, sigue levantando pasiones.
Artículos recomendados