Un equipo formado por 60 personas (de las cuales se han unido alumnos de la Escuela de aprendices de Seat con el personal más veterano del centro), y unas 5.000 horas invertidas en él hacen realidad uno de los concept más radicales que ha hecho Seat hasta el momento.
Ángel Lahoz, responsable del proyecto, ha valorado la gran oportunidad de los aprendices de conocer todo el trabajo artesanal que hay tras un trabajo de esta envergadura, y más conociéndolo de la mano del personal veterano del Centro Técnico, que cuenta con una intachable experiencia.
Marc Guerrero lleva en el sector cerca de 40 años, y nos explica parte del proceso que se ha llevado a cabo para hacer realidad el Ibiza Cupster. Basado en un Cupra, antes de proceder a cortar el techo se ha tenido que reforzar todos los laterales.
Pese a la tecnología, las manos son vitales
"El taller es como un quirófano: aunque el láser y la tecnología son nuestros grandes aliados, al final lo que cuentan son las manos de cirujano", comenta Marc Guerrero cuando se le pregunta acerca de la fabricación de prototipos. Es cierto que a día de hoy se cuenta con numerosa tecnología, que ahorra muchos procesos, pero Guerrero deja bien claro que las manos siguen siendo la herramienta fundamental para trabajos de esta magnitud.
Los jóvenes aprendices han valorado de forma muy positiva esta experiencia, de poder trabajar codo con codo con gente veterana, que ha podido enseñarles los procesos más artesanales. "Nos han enseñado cosas que nosotros no sabíamos" apunta Marc Estapé, y añade "La fabricación de un prototipo no tiene nada que ver con un vehículo de serie, el coche casi se fabrica pieza por pieza y hay partes que se hacen manualmente".
De la mano de veteranos como Marc Guerrero, los aprendices de la Escuela de Aprendices han aprendido que las técnicas artesanales no es algo que se aprenda con los libros, sino con las manos, la práctica, y sobre todo: la experiencia.
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