Poco a poco se van destapando más detalles internos de la polémica del software que ocultaba las verdaderas emisiones de los motores del Grupo Volkswagen. El New York Times revelaba recientemente que el entonces máximo responsable del grupo alemán, Martin Winterkorn, sí que tenían constancia a principios del año 2014 sobre los problemas potenciales que podía tener la compañía con las entidades reguladoras de emisiones en los Estados Unidos.
Esta información toma como fuente distintos memorándums e emails, en los que se detalla el riesgo que corrían ante las autoridades estadounidenses, debido a la instalación de dispositivos de desactivación en sus vehículos diésel.El funcionamiento de estos dispositivos detectaba si el vehículo estaba siendo sometido a un test, activando un mapa de inyección mucho más favorable con las emisiones. Para volver a estado normal en cuanto el vehículo detectaba que estaba en movimiento, y por tanto, no siendo sometido a ningún tipo de prueba.
Estas comunicaciones se produjeron en mayo, antes del verano de 2014 y por tanto, más de un año antes de que saltara el escándalo, en septiembre de 2015.
Durante ese tiempo, no hay pruebas de que el Grupo Volkswagen hiciera nada al respecto para solventar los citados problemas con los motores de gasóleo de 2.0 litros y 3.0 litros afectados, por lo que a priori siguieron siendo fabricados e instalados en los distintos modelos de las marcas del Grupo. El entonces máximo responsable del grupo, Martin Winterkorn, renunció de su cargo el 23 de septiembre, afirmando que no sabía nada de la polémica de estas mecánicas y que había tenido constancia del tema en el momento que estalló el escándalo.
Consecuencias
De ser cierta la información revelada ahora por el New York Times, los principales ejecutivos del Grupo Volkswagen sí habrían tenido constancia del problema y de sus posibles consecuencias. Por lo que las consecuencias serían significativamente distintas, pudiendo elevar considerablemente el coste de las multas a las que se enfrentan. Cuyos importes se cifran en miles de millones de euros, aunque aún estamos lejos de poder afirmar cuanto será el coste total y definitivo de esta polémica.
Fuente: The New York Times vía Automotive News
Artículos recomendados