Algunos se hicieron con caucho, y otros, con madera. Más adelante fueron diseñados y desarrollados en hierro, para llegar a nuestros día y encontrarlos en plástico. Son elementos muy importantes que en la mayoría de los casos pasan desapercibidos a nuestra vista, o simplemente son considerados como un elemento o una pieza más que contribuye con la belleza de nuestros vehículos. Lo que muchos ignoran es que, pese a lo bonitos que pueden ser, a su tamaño o al material de construcción, son el primer elemento de nuestros coches que contribuye con nuestra seguridad. Podemos decir que nuestra vida, cuando circulamos por las calles, avenidas, carreteras o autopistas, también dependen de ello.
En toda Europa se lo conoce como el Paragolpes, aunque en América Latina se le dice Parachoques. Es la primera pieza de los sistemas de seguridad que se activa cuando nos accidentamos y la que absorbe el impacto cuando chocamos contra cualquier otro coche u objeto en el camino. Pero todo tiene un comienzo, y el paragolpes también lo tuvo. Imagínense ustedes los primeros parachoques, cuando la era de nuestros bisabuelos, en aquellos coches que apenas se empezaban a ver por allá, en la época de los años 1900. En aquel entonces, nuestros ancestros no se preocuparon mucho por la seguridad, sino por desarrollar los primeros motores, que apenas se estaban asomando en el mundo automotriz.Inicios de paragolpes o parachoques
Hay que recordar cómo fueron los primeros coches conocidos en la historia. Primero los tipo carreta, y otros, tipo triciclos. Poco a poco se fueron desarrollando y alcanzando metas, y los coches evolucionaron. Ahora tenían cuatro ruedas y faros, volantes, mejores asientos, pero los paragolpes todavía no existían. Pero más adelante llegaron más novedades, y los automóviles comenzaron a ser más grandes, y a gozar de tecnologías y técnicas. Su velocidad y fuerza, gracias a los adelantos mecánicos, se incrementó, y con ello surgió la necesidad de implementar lo que hoy conocemos como sistemas de seguridad.
Nuestros abuelos entendieron que el riesgo se comenzó a incrementar; un carro más pesado y más veloz, al momento de una colisión, podría acarrear severas consecuencias. Fue así como llegamos a la década de 1920. Los coches último modelo, se comenzaron a ver con algo que parecía extraño y novedoso, tanto en su frontal como en su parte trasera, y la gente se preguntaba el porqué de tales piezas. Se les explicó, desde las propias concesionarias y en algunas jornadas para el aprendizaje, que dichas piezas eran para su propia seguridad, y además, para proteger sus vehículos ante colisiones.
Con la idea vendida, todos los coches se entregaban con sus respectivos parachoques. La mayoría estaban compuestos por una o dos barras de acero perpendiculares al frontal del vehículo, y en la mayoría de los casos, estaban unidos al coche mediante los extremos del bastidor, o en el propio chasis. Esto dio inicio a un antes y un después en la historia de los primeros coches y su sistema de seguridad primario, e incremento el casi inexistente nivel de protección de los modelos de antaño.
Evolución constante
Sabemos que los años no detienen los procesos evolutivos, por ello, era de esperarse que los paragolpes evolucionaran una vez fueran construidos, instalados y aceptados por la comunidad mundial. Luego de 1930, los parachoques comenzaron a incrementar su seguridad, pero además, empezaron a ser vistos como parte importante de la estética de los automóviles. Comenzaron a ser un poco más anchos, más robustos, más resistentes, pero también iban de acorde con la forma tanto delantera como trasera de los coches; seguían una especie de armonía por así decirlo, y no desentonaban con la carrocería.
Seguían las evoluciones
Los años 50 dieron otro comienzo a los paragolpes. Ahora se notaban diferencias en los coches europeos con respecto a los coches americanos. Los europeos eran un poco más amigables, con los paragolpes más delgados; se podía apreciar el frontal casi que en todo su esplendor. En los modelos americanos los parachoques eran más gruesos, y estaban acompañados de unos tacos que, según se pensó, minimizaban los daños al momento de sufrir colisiones. Pero todos, tanto americanos como europeos, seguían la misma iniciativa, formaban parte del vehículo, por lo que se dejaron de ver aquellos paragolpes atornillados, que estéticamente lucian muy mal.
Pero llegó el momento en que el sector automotriz dejó de ver los paragolpes como algo de embellecía a los coches. Europa comenzó a regular su construcción y el nivel de seguridad que ofrecían. En América, las regulaciones llegaron más tarde, a mediados de los 70. Los paragolpes continuaron siendo metálicos, más delgados, pero en teoría, más resistentes. Los coches europeos continuaron instalando sus paragolpes en la parte baja, luciendo siempre más delgados y mostrando todas las cualidades del frontal del coche, por muy bonito o feo que este luciera.
En los años 70 surge en los Estados Unidos la "Federal Motor Vehicle Safety Standard 215", que regularía la seguridad transmitida por los paragolpes. Entre sus estándares, los parachoques traseros debían soportar impactos a baja velocidad sin que otras piezas del vehículo fuesen afectadas. Otros detalles que resaltaron fueron elementos plásticos que evitaban rayones en el paragolpes o carrocería.
Últimos adelantos
Pero a partir de los 80 se comenzaron a ver los parachoques plásticos que abarcaban más espacio en el frontal y la parte trasera del coche. Estos se atornillaban a la carrocería y por dentro tenían una espuma que se encargaría de absorber los impactos. Más adelante, las cosas siguieron su curso y los paragolpes mejoraron considerablemente; seguían siendo plásticos, pero menos pesados, a la vez que contaban con materiales que aumentaban la seguridad.
En la actualidad los paragolpes son muy distintos. En ellos podemos apreciar ciertas piezas como parrilla, luces antiniebla etc. Toman muy en cuenta la estética de cada modelo, pero además ofrecen mayor seguridad. Como elementos de la seguridad, y al igual que otros sistemas, el parachoques continua su proceso de evolución, eso sí, siempre discreto y desapercibido, pero listo para protegernos cuando sea conveniente.
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