Desde la publicación en noviembre de su nomenclatura definitiva, el Toyota GT86 no ha hecho más que ganar adeptos solo basándose en su concepto: un vehículo de tracción trasera, de 200 CV y un peso contenido. Dice la teórica que esto es pura diversión.
Pero ¿promete tanto este japonés como parece? Pues todos los indicios apuntan a que lo supera pero con creces. Recientemente, Toyota situó el circuito del Jarama como centro del universo automovilístico dando la oportunidad a un grupo de periodistas a probar dos de estas unidades y, no conozco crónica que haya sido redactada incluyendo un pero.
Incluso unos de los petrolheads británicos por excelencia, el probador, redactor y, porqué no decirlo, showman, Chris Harris (Evo Magazine, PistonHeads, etc) se deshace en elegios y disfruta a más no poder de los escasos 20 minutos concedidos a cada medio en este test en Madrid. Quien tenga curiosidad, le invito a buscar el vídeo y disfrutar tanto como yo de 11 minutos de montaje sin desperdicio.
Es inevitable tener en cuenta que este coche tiene hasta dos hermanos gemelos, uno más o menos simplemente por denominación comercial, el Scion FR-S, y el otro por concepción técnica, el Subaru BRZ. Centrándonos en el Subaru, puesto que el Scion es la marca que comercializa Toyota para EEUU, la de de la constelación de las Pléyades, es sinónimo de competición, deportividad y agresividad en su gama STI pero este BRZ ya ha nacido con los genes alterados y es un coche, de base, que emociona.
El aporte de Subaru en la creación del vehículo ha sido fundamentalmente en el motor, un boxer de cuatro cilindros, atmosférico que no mucho tiene que ver con otros iconos como el del Impreza de generaciones anteriores. Dicen desde Toyobaru, perdón, Toyota y Subaru, que aquí todo es nuevo porque para la segunda, disponer de un tracción trasera en su catálogo más reciente es una novedad, y que, de momento, no hay ninguna intención ni de hacerlo cuatro ruedas motrices, ya que el peso aumentaria considerablemente y entonces la potencia quedaría más comprometida. Pero ¿habrá un GT86/BRZ sobrealimentado por turbo/s de tracción total? Parece ser que no pero ¿un hachi roku con un aporte extra de vitamina T (de turbo)? Pues eso no hay que descartarlo y ya sea por lo oficial o por lo ajeno, pero lo que no cabe duda es que este modelo ya tiene incluso lista de piezas desarrolladas por TRD (Toyota Racing Development) que a los amantes de los ajustes y personalización nos han puesto los dientes largos.
De momento parece que se centra más en la estética pero esos kit de frenos indican que algo imparable con los de serie puede estar al caer. Es también por lo que mencionaba a Subaru. Al tener una pareja de gemelos, la "ropa" se puede intercambiar y ya preveo usuarios de GT86 adquiriendo piezas de STI o BRZeros haciendo lo propio con las de TRD para preparar sus coches y mejorar prestaciones o porque, otro tema a tener en cuenta, seguro que las de Toyota serán algo más económicas que las de Subaru. A esto hay que añadir los resultados de un reciente estudio que dicen que los Toyota están dentro de los vehículos que menos veces necesitan pasar por el taller para ser reparados, amén de que sus costes son mucho menores que en otros servicios oficiales.
El deportivo accesible
Si a esta dosis de fiabilidad le sumamos el precio que se espera que tenga, unos 30.000 euros, y decimos "se espera" porque, a pesar de haber intentando en varias ocasiones que Toyota nos contara algo sobre el precio y la fecha de lanzamiento, la respuesta más repetida es que aún desconocen el P.V.P. y que su llegada será antes del verano (21 de junio), podemos tener un deportivo relativamente económico por su coste original, consumo, mantenimiento, (además de la fiabilidad recogida en el estudio anteriormente citado, cuanto mayor es el número de coches vendidos, menos costosos son los repuestos, pues para un coche idéntico que se vende en tres concesionarios de tres marcas distintas en todo el mundo aunque siendo la misma porque Toyota es parte de Subaru, las piezas no deberían ser artículos de lujo) podemos encontrarnos con un coche que marque una época, un antes y un después o un renacer de un concepto que años atrás quedó olvidada ante una escalada casi sin freno de aumenos de potencia consecutivos correspondientes a la llegada de cualquier nuevo modelo, un icono.
Toyota ha dicho basta, se ha replanteado desde el diseño hasta el concepto de disfrute del automóvil. Ha decido crear una belleza rodante, con una potencia más que aceptable producida desde un motor que promete grandes alegrías dirigidas a un eje trasero regulado por un excepcional diferencial autoblocante que, en conjunto, emocione a quien lo maneje sin tener que dejarse el salario de una década para comprarlo y mantenerlo.
Ahora solo nos queda lo mejor: disfrutarlo.
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