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SPOTTED INTO THE WILD

En el asfalto: gran ejemplar del Ferrari Testarossa (1984-1992)

Analizamos un ejemplar en gran estado de conservación del Ferrari Testarossa.

Sergio J. Cabrera

25 mayo 2015 18:30

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En el asfalto: gran ejemplar del Ferrari Testarossa (1984-1992)

En el asfalto: gran ejemplar del Ferrari Testarossa (1984-1992)

Aunque hace relativamente poco tiempo revisamos el modelo, en el estreno de la colaboración con la publicación especializada Clásicos Exclusivos, lo cierto es que tan solo analizamos su historia y trayectoria, debido a la ocasión tan señalada, su trigésimo aniversario.

En esta ocasión nos centraremos en el estudio de otro ejemplar que también hemos podido contemplar en vivo, que nos hemos tropezado en un reciente evento de concentración de un club de superdeportivos.

El ejemplar se encuentra en perfecto estado de revista, es con diferencia una de las unidades en mejor estado que hemos visto en un largo tiempo y su estado de originalidad era muy alto, con la salvedad de un añadido un tanto peculiar, una nueva cubierta transparente en el capó motor, a través del cual se puede contemplar el 12 cilindros plano que da nombre al modelo, Ferrari Testarossa.

Análisis

La unidad pertenece a la primera serie del modelo, construida entre su presentación en 1984 y el lanzamiento del 512 TR, su sustituto casi gemelo. Sin embargo no dispone del elemento fundamental de las primeras unidades fabricadas en los primeros años de vida del modelo, el solitario espejo retrovisor montado en el medio del montante delantero izquierdo.

En el asfalto: gran ejemplar del Ferrari Testarossa (1984-1992)

Lo cierto es que de esas unidades quedan muy pocas, no ya solo por que son las más antiguas, sino porque la mayoría de usuarios optaron por instalar el segundo espejo una vez que Ferrari decidió realizar la modificación.

Su carrocería es puro arte, desde su bajísimo frontal, cuya parte superior esta situado a escasos centímetros del suelo, hasta la dramática trasera, rematada con las características lamas, es toda una escultura que parece haber sido esculpida por el propio viento. De hecho, esa era la intención primigenia de los diseñadores de Pininfarina, liderados por el gran Fioravanti.

No hay una sola esquina o recoveco que no capture nuestra atención, desde la célebre entrada de aire lateral hasta los montantes traseros, tan característicos de los modelos de motor central de la época, todo el modelo en si es un libro de fotografías donde perderse.

Mecánicamente contaba con un 12 cilindros a 180 grados con 48 válvulas e inyección electrónica, que daba apenas 10 caballos menos que el Ferrari más salvaje de su momento, el 288 GTO. Aunque el comportamiento de los 390 caballos del Testarossa no estaban ahí para ser el más rápido en circuito, ya que su particular configuración mecánica no le permitía ser efectivo en curva.

En el asfalto: gran ejemplar del Ferrari Testarossa (1984-1992)

Su transmisión, situada bajo el bloque motor, provocaba que este estuviera demasiado elevado, lo que comprometía el centro de gravedad del deportivo. Pero eso no era lo importante, ya que el Testarossa había nacido como GT italiano de pura cepa, lujo, caballos y mucha distinción, que se disfrutaban cómodamente en autopistas, que es para lo que había sido diseñado.

En la galería de imágenes se puede apreciar con todo detalle el gran estado de conservación de este magnífico ejemplar del modelo.

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