Desde siempre, en Motor&Racing nos ha gustado intentar transmitir la verdadera naturaleza, importancia o peculiaridades en algunas historias. Aquellas que se salen de lo convencional y en las que tratamos de ofrecer, de la manera más imparcial posible, una visión al lector que vaya más allá de las simples letras o fotografías, como cuando os describimos la historia de la leyenda de los Chevrolet Corvette abandonados de Nueva York o los modelos desaparecidos más célebres de la historia.
Situaciones que se salen de lo común y que por tanto no son comparables a las historias habituales que nos podemos encontrar en el mundo del motor, por lo que tratamos de expresar en nuestro trabajo cuan especial o diferente pueden llegar a ser. Pero en este caso creemos que puede resultarnos más complejo de lo que pudiera parecer en un principio, puesto que la verdadera importancia de esta historia radica en el nacimiento mismo del proyecto, al que injustamente el tiempo no le ha guardado el espacio destacado que se merece en las páginas de la historia del motor.
Por lo que este será el primer capítulo de varios que dedicaremos al proyecto Bugatti Automobili S.p.A. de finales de los años ochenta, del que poco o nada se recuerda salvo, y además de manera anecdótica, el deportivo Bugatti EB110. Pero a pesar de lo realmente especial que fue este modelo, el EB110 fue solo la punta del iceberg del proyecto que se gestó en Campogalliano, de donde puede que nunca lleguemos a saber todos los secretos que ocultaba tras sus muros de hormigón.
El proyecto Bugatti Automobili S.p.A. ha estado desde sus inicios acompañado de ciertas inexactitudes históricas, muchas de ellas propagadas por la propia prensa de la época, anterior a la era de internet en la que la información llegaba excesivamente filtrada a los lectores y sin muchas opciones de acceder a ella.
Aunque históricamente se asocia el proyecto al propio deseo de Romano Artioli de revivir la marca Bugatti, de la que ya en aquel entonces poseía una extensa colección de modelos de la marca de Ettore Bugatti, lo cierto es que la génesis del proyecto corresponde realmente a Ferruccio Lamborghini, el fundador de la firma de Sant´Agata Bolognese, que en aquella época ya no era el propietario de su marca y que deseaba volver al mundo de la automoción, para lo cual contó con Paolo Stanzani y Marcello Gandini, considerados los padres del Lamborghini Countach, además del empresario italiano Romano Artioli, que llevaba el concesionario Ferrari más grande del mundo y que fue el encargado de adquirir los derechos de la marca Bugatti, que había cesado su actividad en 1963. Aunque muchos años antes había sufrido el mayor revés de su historia con la desaparición de su fundador, de cuya perdida no se recuperó jamás la firma.
Por tanto, a instancias de Ferruccio Lamborghini, Paolo Stanzani comenzó al menos el diseño del motor V12 de cuatro turbos que finalmente encontraría cabida en el Bugatti EB110, presentado en 1991. Los detalles de aquellos primeros años son bastante difusos y complejos de encontrar, ya que universalmente se asume que la historia del EB110 corrió paralela a la de la factoría de Campogalliano, cuando realmente el proyecto de ingeniería como tal es anterior a la historia oficial.
Factoría
Aunque no suele ser adecuado comenzar precisamente por el final, para esta historia hemos pensado que lo mejor es empezar al contrario de lo habitual, como si de una investigación arqueológica se tratara. Para lo cual hemos contado con el inestimable trabajo de Devis Vezzaro de 'I luoghi dell'abbandono', una asociación cultural que suele realizar exploraciones urbanas a aquellos lugares abandonados, a los que el tiempo ha revestido de esa pátina que no se puede conseguir de manera artificial y que se pueden ver en la página de Facebook de la asociación.
Devis y la gente de 'I luoghi dell'abbandono' organizaban para este mismo mes de marzo una visita a la factoría de Campogalliano, hoy día abandonada y completamente perdida en el tiempo. Pero que a pesar de no ser ni tan siquiera la sombra de lo que fue, es el mejor ejemplo físico de la magnitud del proyecto italiano.
La factoría se encuentra en una enorme parcela lateral de un polígono industrial situado en la pequeña localidad de Campogalliano, muy cercana a Sant´Agata Bolgnese, sede histórica de Lamborghini, en la región de Modena, una zona que se denomina 'valle del motore italiano', donde encontramos las principales marcas del mundo de los superdeportivos, como Ferrari o Lamborghini.
La propiedad está flanqueada al este por otras edificaciones industriales y por la 'Autostrada del Brennero' al oeste, delimitando todo ese lateral de la finca y único lugar desde donde es visible la factoría, que se encuentra centrada en una enorme extensión de terreno rodeada por completo de jardines. Los accesos son dos, al norte la entrada de servicio y camiones en la Via della Repubblica y al sur la entrada principal, al final de la Via XXV Luglio. Esta calle termina precisamente en el muro de color blanco de la factoría y desde donde no se aprecia la verdadera magnitud del complejo, aunque ya encontramos por primera vez el nombre de la empresa, Bugatti Automobili, con unas enormes letras azules en el muro blanco.
Esta puerta da acceso a la finca por un pequeño tramo de asfalto, que discurre entre los árboles de la enorme extensión ajardinada, que no dejan ver las edificaciones hasta que una vez pasada la arboleda accedemos a la explanada donde se asientan las distintas edificaciones de las que estaba compuesto el complejo.
Un solo vistazo al tamaño de las instalaciones despeja todas las dudas sobre la naturaleza del proyecto. El EB110 no fue construido por unos cuantos entusiastas en un garaje, Bugatti Automobili S.p.A. era un auténtico proyecto de alta tecnología, como nunca antes, ni después, ha sido visto.
A pesar de haber sido construida a finales de los años ochenta, y de estar abandonada desde mediados de los años noventa, la factoría muestra evidentes signos de haber sido objeto de un cuidadísimo diseño. Desde los distintos cuerpos periféricos, uno cilíndrico y el resto de formas rectangulares hasta la edificación principal destinada a las tareas productivas, encontramos todo un ejemplo de arquitectura moderna, combinando las fachadas de cristal de algunas de las edificaciones con el revestimiento metálico del resto, de color azul en la nave más cercana al cuerpo principal.
Incluso el cuerpo de planta industrial donde eran ensamblados los vehículos, y que cuenta con el clásico juego de cubiertas a un solo agua fue decididamente pensada con el diseño en mente, disponiendo en sus paredes de hormigón visto el emblema con las iniciales EB en bajorrelieve, señal de que contaron con este motivo estético en el propio encofrado. Detalles como los respiraderos o la propia zona ajardinada delatan en el exterior el empeño que pusieron en su diseño.
El tiempo no ha pasado en balde, y toda la zona asfaltada que circunda las edificaciones se encuentra agrietado, incluido el pequeño circuito de pruebas, que está situado entre el complejo de edificios y el muro este. Estando también este rodeado de césped.
En el interior encontramos una extensión del diseño exterior, los pocos motivos ornamentales que quedan como los sistemas de iluminación no serían considerados anticuados hoy día. El complejo de oficinas dispone de tres plantas con ascensores, y absolutamente toda la carpintería es de color blanco, salvo una puerta. De fuerte aspecto rústico y de madera vista, es la mismísima puerta original del despacho de Ettore Bugatti, sobre la que se podía leer 'Molsheim 1909 - Campogalliano 1990' . Dicha puerta no dispone de acceso real, siendo aparentemente tan solo un elemento ornamental.
Estado
Literalmente son docenas de estancias y corredores completamente vacíos, como se aprecia en las imágenes de 'I luoghi dell'abbandono', en las que tan solo podíamos encontrar algo de documentación y antiguos equipos informáticos que hace unas dos décadas que no son encendidos.
Sala tras sala se puede apreciar la magnitud del emplazamiento, donde había incluso soberbios salones de planta circular y suelo adoquinado destinados a las presentaciones y eventos de la marca. Como la presentación oficial del proyecto en 1990, en la que se mostraba el EB110 camuflado y oculto tras varias lonas, una de ellas amarrada al suelo, para evitar cualquier tipo de mirada indiscreta.
Lejos quedan los años en los que en las instalaciones estaban pobladas por centenares de trabajadores, que al igual que el propio Romano Artioli estaban viviendo el sueño de volver a la vida la marca de Ettore Bugatti. No son pocas las voces que describen el trabajo en la factoría italiana como algo emocionante, de hecho, era habitual ver a los trabajadores no solo fuera de su horario trabajando, sino sábados y domingos hasta muy tarde.
Precisamente, la historia humana del proyecto está siendo objeto de estudio en un documental que está próximo a estrenarse, del que os dejamos el vídeo a modo de adelanto publicado por sus creadores, y del que os hablaremos más adelante en la siguiente entrega de este reportaje sobre el proyecto Bugatti Automobili S.p.A.
Fuente: 'I luoghi dell'abbandono'
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