El último movimiento de Sergio Marchionne ha levantado mucho revuelo, con el anuncio ayer de la salida a bolsa de Ferrari y la futura independencia de la célebre marca de deportivos de Maranello con respecto a su casa matriz, Fiat. Ahora convertida en el Grupo Fiat Chrysler Automobiles.
Este movimiento, que poco o nada tiene que ver con Ferrari, ya que a pesar de que lo cambia todo a nivel documental, tan solo servirá para refrescar las arcas de FCA con dinero fresco procedente de la oferta pública de acciones de la marca de Enzo Ferrari. Entre 1.000 y 5.000 millones de euros, según las estimaciones de distintos medios.
Cadáver caliente
Poco ha tardado Marchionne, una vez salido Cordero de Montezemolo de la ecuación, en accionar los nuevos resortes de su plan para tener toda la maquinaria del grupo trabajando en la misma dirección, la consecución de su plan maestro, presentado en mayo y que será el revulsivo de als marcas del grupo, mención aparte de Lancia, la gran olvidada y apartada de estos planes.
El procedimiento será sencillo, Ferrari será a partir de ahora una entidad que no pertenecerá a Fiat sobre el papel, pero cuyos nuevos dueños seguirán siendo los mismos.
Actualmente el capital de la marca se reparte entre el cinco por ciento que pertenece al segundo hijo de Enzo, Piero Ferrari, otro cinco por ciento comprado hace unos años a un fondo de inversión árabe y el noventa restante a Fiat.
La nueva división de acciones, tras la ampliación de capital, repartirá el noventa por ciento de la nueva sociedad entre los accionistas actuales, mientras que el diez por ciento restante será la parte que pasa a bolsa. Por lo que seguiremos encontrando a los mismos dueños, pero eliminando la palabra Fiat de las nuevas escrituras.
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