El mercado americano poco o nada tiene que ver con el del viejo continente, la idiosincrasia del país conlleva toda una nueva perspectiva frente a un mundo tan complejo como el del automóvil, y esto se refleja también en las especialidades deportivas que allí se estilan.
En el SEMA encontramos buena muestra de ello, por lo que tienen cabida auténticos monstruos que carecería totalmente de sentido en cualquier otro mercado pero que aquí casi son moneda de uso corriente.
Este Toyota Camry esconde realmente un auténtico dragster de competición, empleando una aparentemente inofensiva carrocería de un Camry, el sedán por excelencia de la marca japonesa en aquel país y ejemplo de los petrolheads de aquel lado del Atlántico como el modelo más aburrido existente, para esconder un brutal prototipo de más de 850 caballos.
Nacido para correr 400 metros
Construido por Chuck Wade emplea un enorme V8 de 5.7 litros y su correspondiente transmisión y eje, extraídos de un Tundra, un enorme pick up que comercializa Toyota en aquellos lares. Con la ayuda de la sobrealimentación y óxido nitroso la potencia alcanza unos espeluznantes más de 850 caballos.
Se estima que pueda alcanzar el cuarto de milla, auténtico sentido de este tipo de modelos, en apenas 9,8 segundos y como curiosidad la carrocería lejos de ser completamente testimonial continúa siendo funcional, apertura de puertas incluida.
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