Entre el icónico Jaguar E-Type nacido en los de los sesenta y el deportivo XK-8 de los noventa tan solo hubo un modelo entre medias, el único que durante la friolera de 21 años ocupó el papel de deportivo en la gama del fabricante británico, el Jaguar XJ-S.
El prototipo perfecto de Gran Turismo, durante años fue uno de los pocos modelos del mercado que realmente entraban dentro de esa tipología. Basado en el sedán XJ, el coupé de dos puertas inglés se ganó tantos aficionados como detractores, debido sobre todo a su falta de fiabilidad, que la marca trató de paliar durante años y que nunca logró resolver del todo.
En más de dos décadas hubo numerosas versiones en la gama XJ-S, como las creadas en conmemoración de las victorias de la marca en las 24 Horas de Le Mans a finales de los ochenta con los XJR, pero nos centraremos en la última de las variantes del XJ-S, la correspondiente al restyling de 1992, y a la postre, la última comercializada.
En esta última iteración el modelo vio modificado sobre todo los paragolpes, ahora de diseño más envolvente y con más volumen en lugar de los paragolpes metálicos en solitario con los que nació el modelo. Y su rasgo más identificativo son los pilotos traseros, ahora continuos y oscurecidos, abarcando todo el ancho de la estilizada zaga.
Otro de los cambios que pasaban más desapercibidos se referían a las ventanillas traseras, ligeramente rediseñadas que hacían parecer de menor tamaño los contrafuertes traseros, uno de los rasgos más peculiares del modelo, y de los que dice la leyenda negra del modelo no eran un capricho de diseño, ya que en principio el modelo se desarrolló para incorporar un motor central trasero, algo que era tendencia en la época de su desarrollo pero que finalmente y por motivos de costes no llegó a materializarse.
Mecánicas
Esta última contó con un motor de seis cilindros y cilindrada elevada a 4.0 litros y un V12 que vio también aumentado su desplazamiento a 6.0 litros de capacidad y 304 CV. Bloques que estaban disponibles tanto en la versión coupé como en el cabrio, uno de los pocos modelos que estaban disponibles con esta especial configuración durante los años ochenta, década aciaga para las versiones descapotables.
A lo largo de su dilatada carrera el XJ-S se las vio con algunos de los mejores GT del mercado, como el Mercedes SL o el Porsche 928, ante los cuales, su apartado técnico nacido a mediados de los años setenta lo lastraba considerablemente, sobre todo en una época en las que los automóviles y sobre todo los de gama alta y deportivos empezaban a adentrarse en la era de la electrónica.
Aunque uno de los mejores logros, indirectos, del XJ-S fue precisamente el acontecido tras su desaparición, ya que tanto el bastidor del XJ-S como el utillaje para fabricar el modelo fueron aprovechados por Aston Martin para crear el impresionante DB7, el modelo que trajo una nueva era a la firma de Gaydon y del que poca sabe que debajo de su bella carrocería lo que se esconde realmente es el viejo XJ-S de Jaguar.
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