Se inventó desde que se creó el primer coche de tres o cuatro ruedas. Pero si nos trasladamos hasta los años 1800 basta con imaginar todas las complicaciones que tuvieron que atravesar las compañías que se dedicaron al diseño y construcción de vehículos para llegar a lo que conocemos y disfrutamos hoy en día. Eran momentos en que todo apenas comenzaba, por ende, podemos decir que era una era muy rustica debido a los materiales rudimentarios que se utilizaban para elaborar las partes y piezas de los primeros coches. Apenas se estaban desasiendo de las conocidas carretas que por tantos años sirvieron como medio de transporte público para trasladar a las personas.
Entre tantas cosas que se fueron introduciendo en los vehículos de antaño, podemos mencionar un sistema muy importante, la dirección. Algo que para los primeros creadores resultó muy complejo pero que con el paso del tiempo se fue estudiando y mejorando hasta que hoy la conocemos como dirección asistida. Fueron varias etapas por las que atravesó hasta lograr la perfección, y vaya que ha sido muy útil, sobre todo contar con un sistema que no nos produzca tanto cansancio o que nos genere tanto estrés a la hora de conducir.
Evolución de las direcciones
La evolución de este método ha sido profunda. Si solo pensamos en cómo se manejaban las carretas, con una especie de soga o cuerda que controlaba la dirección, y hoy podemos conducir nuestro coche con un volante, ¡wao! nos damos cuenta de todo lo que se ha hecho para avanzar en pro de un mayor crecimiento; y ojo, porque el avance de la tecnología también amenaza con obligarnos, en un futuro cercano, a no conducir nuestros coches, y esto motivado a cómo marchan todos los estudios y todas las pruebas que actualmente se realizan sobre la famosa conducción autónoma.
La dirección es un sistema que nos ayuda a mantener estable nuestro coche, y a girar, hacia la izquierda o derecha, según sea el caso. Para lograr este procedimiento se debe contar con una dirección en óptimas condiciones ya que estos movimientos ejercen cierta fuerza y por ende tienden principalmente a deformar los neumáticos. Podemos decir entonces que la dirección es una especie de ayudante del conductor del coche, porque contribuye a realizar este trabajo con el menor esfuerzo posible. La fuerza del neumático y la del conductor dependerán de las situaciones. Por ejemplo, cuando estacionamos nuestro coche en algún lugar complicado la fuerza que aplicaremos sobre el volante será mayor, porque la velocidad o el movimiento del vehículo es mínima. Por el contrario, su vamos circulando por una autopista, la fuerza que ejerceremos será menor, porque el vehículo marcha a gran velocidad.
Pero también debemos acotar los niveles de asistencia que emplean los fabricantes de las direcciones. Un menor nivel de asistencia requerirá un mayor esfuerzo por parte del conductor a la hora de volantear, pero un mayor nivel hará nuestro trabajo mucho más placentero; un nivel superior de asistencia también hace más sensible la dirección del coche. Hay algunos modelos antiguos de coches que traían consigo las llamadas direcciones mecánicas. Esas eran direcciones que no contaban con asistentes, no eran hidráulicas, no tenían motores que las ayudaran y por ende eran mucho más duras. Requerían un esfuerzo mayor del conductor y por lo general terminábamos muy agotados. Lo positivo de ese tipo de direcciones es que no requerían tantos cuidados como las direcciones de ahora, incluso, eran más duraderas con el paso del tiempo.
Tipos de direcciones asistidas
Existen tres tipo de direcciones asistidas, Hidráulica, Electro-Hidráulica y Eléctrica. La primera, es la más conocida, fue la que sustituyó la mecánica. Esta depende de una bomba hidráulica que se conecta, mediante una correa, al motor. La Electro-Hidráulica, es la continuación de la dirección hidráulica. Ésta no usa una bomba, sino un motor eléctrico para hacer funcionar la dirección. El motor que usa esta dirección es más ventajoso porque se escapa a ciertos problemas mecánicos y reducen el consumo de combustible. Este motor trabaja directamente con la batería del coche. La dirección eléctrica es la evolución más avanzada y también funciona con un motor eléctrico. Éstas son más ligeras en comparación con las anteriores.
Hasta aquí sabemos las ventajas de la dirección asistida y sus diferentes tipos, sin embargo, debemos comprender cuando debemos realizar el debido mantenimiento para evitar que se dañe. Para ello es válido mencionar algunos tips de ayuda.
Consejos de cuidado
Para comenzar, es necesario revisar los elementos que conforman la dirección, sobre todo los que más se desgastan como los extremos y la cremallera. Se debe revisar el estado del piñón en la columna de la dirección y chequear la presión de la bomba, en el caso de las hidráulicas, y que no haya fugas en el circuito. Al conducir, si siente extraños en la dirección lleve su coche a revisión. Recuerde mantener lubricados aquellos elementos que lo ameritan. La presión correcta en los neumáticos, el buen estado de los amortiguadores, chequear cada elemento y su desgaste, así evitamos sorpresas que perjudiquen seriamente la dirección y luego nos cueste mucho dinero repararla.
Tenga oído y tacto para discernir cuando la dirección de su coche repentinamente se vuelva dura, inestable o haga algunos ruidos que antes no hacía. Si esto sucede lo más recomendable es acudir lo antes posible a su mecánico o taller de confianza para que le realicen una revisión exhaustiva a su dirección. Si no cuenta con la experiencia necesaria, trate de evitar el "yo me ahorro un dinero", inventando soluciones y agravando más el problema.
Como vemos, el tiempo de vida de la dirección de nuestro vehículo también dependerá del buen uso y del cuidado que le demos. Consienta su coche, practíquele sus mantenimientos al día.
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