El archiexclusivo Lamborghini Veneno es toda una muestra del poderío de la marca italiana, tanto es así que, no sonrojándose por pedir más de tres millones de euros por cada una de las tres unidades comercializadas del cupé presentado en marzo en Ginebra, poco más de seis meses después tuvieron la soberbia que tanto nos gusta de mostrar al mundo su hermano de techo descubierto, el Veneno roadster.
Cuando el dinero no es el problema y el ansía por demostrar que el poder y la exclusividad se compra a base de talonario, el hecho de pagar 3,3 millones de euros por una de las nueve unidades de esta versión abierta de este excepcional vehículo es una muestra más de que hay ciertos bienes que están dirigidos a contadas personas en el mundo y el Veneno, en sus dos variantes, son un ejemplo.
Sabemos desde hace años que el comercio fructífero del petróleo ha generado que familias que poco más que eran nómadas hace pocas décadas, ahora sean multimillonarios, pero también que otras que ya eran ricas ahora lo sean más gracias a la extracción continua del oro negro.
Los Emiratos Árabes, y concretamente Abu Dabi, son ejemplo de cómo han crecido en mitad del desierto, ciudades megalógamas de la nada a partir de una exacerbada demostración de prepotencia basada en el tener (y si es dinero más) y poder.
Sea como fuere, está clara la intención de la marca italiana de llevar hasta este emirato la presentación fuera de los fotos de un recinto cerrado del Veneno roadster, también lo es que para la ocasión se haya prestado un portaaviones de la Marina Militare. La confluencia de intenciones nos conlleva a pensar, por lo tanto, que el Veneno roadster es un avión que vuela muy bajo por los florecientes desiertos de la península arábiga.
Este capricho ultracaro ya tiene dueño y seguro que no anduvo muy lejos de su tesoro durante la presentación pero para quienes nos conformamos con ser dueños en un futuro de alguno de los otros "Lambo menores", solo nos queda disfrutar con las imágenes de esta espectacular puesta en escena.
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