El RX-7 es uno de los pocos automóviles deportivos al que se le puede colgar la etiqueta de original y único, dada su especial configuración de motor rotativo, de disposición delantera-central como le gusta denominar a Mazda, lo convierte en una rara avis en el terreno de los coupes.
Las tres generaciones que duró su vida comercial con esa denominación, excluimos por tanto al más actual RX-8, permanecen en la mente de los aficionados como uno de los deportivos mas excitantes y diferentes de todo el panorama del motor.
El comportamiento de su motor, funcionando siempre a regímenes altos de revoluciones y que alcanzaba con suma facilidad, hacía tan inolvidable como divertida su conducción, a la par que frágil, ya que era reparación habitual el cambio completo del motor antes de los 100.000 kilómetros, si no se era cuidadoso con el pedal y el correcto mantenimiento del motor.
Primera generación
Nacido como sustituto del RX-3, el primer RX-7 se comenzó a fabricar en 1978, y durante los 8 años que estuvo a la venta se entregaron más de 471.00 ejemplares de las tres series del modelo que se produjeron, siendo de hecho la generación del modelo más exitosa en este apartado.
Técnicamente se caracterizaba por su motor de doble rotor, con una cilindrada total de 1.146 centímetros cúbicos, y un arco de potencia que iba de los 105 CV de los modelos iniciales de 1978, hasta los 137 CV de los modelos construidos a partir de 1984. También hubo una versión exclusiva para Japón del RX-7 Turbo con 165 CV, como tope de gama del modelo en los últimos años de la generación.
Estéticamente basado en el Porsche 924, lo cual no producía rubor alguno a la marca, una de sus peculiaridades era la de carecer de portón trasero, ya que al maletero se accedía a través de la luna trasera, con forma de cúpula, herencia visual del modelo alemán.
La presencia de este modelo en nuestro país fue prácticamente nula, salvo en lugares muy concretos como el archipiélago canario, donde tuvo particular éxito de ventas, pudiendo verse durante décadas unidades de esta generación rodando por sus carreteras. Las peculiaridades fiscales de las Islas Canarias provocaron la pronta implantación de todas las marcas extranjeras, incluidas las orientales.
Segunda generación
El segundo modelo, producido de 1986 a 1991, no supuso un aumento de tamaño pronunciado, con la misma longitud que el anterior apenas era un poco más ancho y 5 mm más alto, pero sí de peso, con respecto a su antecesor ganó hasta un 39% más de peso en los últimos años que esta generación estuvo a la venta, llegando a los 1.393 kilogramos.
El aumento de peso se debió a la incorporación de más elementos técnicos y de equipamiento, con respecto al espartano RX-7 original.
La motorización de este seguía siendo un birrotor de 1.3 litros, como la última serie de la generación anterior, estando disponible en versiones atmosférica y turbo, con potencias entre 148 y 205 CV.
Esta es la única generación del RX-7 que contó con una variante cabrio, estrenada en 1988, aunque a pesar de eso, se vendieron menos unidades que en la generación anterior, fueron producidos unos 272.000. doscientos mil menos que en la generación precedente.
Tercera generación
El último de los RX-7 surgió en 1992, en la época dorada de los deportivos japoneses, en la que una nueva hornada de modelos como los Honda NSX, Nissan 300 ZX o Mitsubishi 3000 GT, por nombrar algunos, comenzaban a coger nombre en los distintos mercados occidentales.
Era una época en la que la tecnología comenzaba a extenderse, donde los modelos más exclusivos solían hacer gala de las numerosas novedades tecnológicas que disponían como la tracción total, dirección a las cuatro ruedas o los primeros ejemplos de aerodinámica activa, en la que el RX-7 continuaba yendo a contracorriente, con su original sistema motriz y su clásico esquema constructivo, deportivo de motor delantero (centrado) y tracción trasera, sin florituras que añadieran peso innecesario al conjunto.
Todas las publicaciones de la época destacaban tanto la excelente maniobrabilidad, gracias a su fantástica puesta a punto y su contenido peso, como la facilidad con la que subía de vueltas. Algunos propietarios comparaban la sensación de acelerarlo con una batidora, tan pronto pisabas subía de vueltas como alma que llevaba el diablo.
Su mecánica continuaba recurriendo a un doble rotor, 1.3 litros totales, pero en esta ocasión doblemente sobrealimentado, obteniendo con ello más de 250 CV para los alrededor de 1.150 kg del conjunto. Para Australia se llegó a comercializar una versión SP con más de 270 CV para tan solo 1.050 kg.
Esta generación fue la más longeva de las tres, durando en producción 10 años aunque los últimos 3 tan solo estuvo disponible en Japón. Pero eso no le sirvió para disfrutar el éxito comercial, ya que con menos de 66.000 unidades producidas, ha sido la menos vendida con diferencia de las tres.
Ya en 2003, con el lanzamiento del RX-8 y su curioso sistema de apertura de puertas traseras, el pequeño y personal coupé desapareció de los concesionarios, y aunque el RX-8 obtuvo muy buenas críticas por toda la prensa especializada, no llegó a suceder espiritualmente al RX-7, por estética y prestaciones, lo que no le valió para funcionar tampoco comercialmente, y ya en 2012, este también fue eliminado, sin sucesor a la vista.
Futuro del modelo
En los últimos años se ha repetido, en varias ocasiones, en distintos medios especializados la posibilidad de que Mazda resucitara el motor Wankel, y al sucesor del RX-7 junto a el, aunque nunca ha habido confirmación oficial por parte de la marca.
En la última semana han vuelto a saltar los rumores, en esta ocasión de la revista Autocar, que afirma que a pesar de que la postura oficial de la firma niega dicha posibilidad, asegurando que en un futuro los motores de tipo Wankel serán empleados como meros generadores de energía, la propia directiva de la marca asegura en privado que un nuevo motor rotativo y un modelo están actualmente en desarrollo, con un horizonte temporal de uno o dos años para su lanzamiento.
Como suele suceder en estos casos solo toca esperar, y ver si realmente llega o si por el contrario no era agua lo que hacía el río sonar.
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