Por fuera se reconocerá por portar las ya habituales luces diurnas de tecnología LED, nuevos retrovisores aunque serán más llamativas en sus variantes AMG ya que se distinguirán de las otras por la rejilla del radiador exclusiva y unos paragolpes diferentes. También montarán unas enormes llantas de 20 pulgadas que permitirán ver un nuevo y mejorado equipo de frenos.
Por dentro, el panel de instrumentación es completamente nuevo y quizás sea el rasgo visual más diferenciado respecto a la vieja gama. El arsenal de gadgets está servido y la pantalla TFT, el lector DVD, la comunicación con el equipo de música por Bluetooth... todas esas siglas que se supone que hacen más segura, fácil y amena la conducción... o no.
En cualquier caso, se ha trabajado en el área mecánica y la elección entre diferentes motorizaciones parten del G 350 BlueTEC hasta el G 500. El primero de ellos es el único, al menos de momento, en usar el gasoil como carburante. Tiene un motor V6, de 2.987 cc, una potencia de 220 CV y un par de 540 Nm.
Respecto de las versiones gasolina, todas parten del motor V8 de 5,5 litros. La más modesta rinde casi 400 CV y un par algo menor que la diesel, 10 Nm menos. Señalar que para este G 500 cabe la posibilidad de pedir una opción descapotable.
Una vuelta de tuerca gracias a AMG
Y es que para quienes no se conformen con los motores mencionados, Mercedes ha decido dar cancha a su preparador AMG el cual ha tomado los motores de 5,5 y de 5,9 litros y les ha añadido no uno, sino dos turbos. En el caso del de 5.461 cc, con 8 cilindros en V que han nombrado como G63, han logrado una potencia de 550CV y un sobresaliente par de 760 Nm pero la guinda del pastel llega con el de 5.980 cc, 12 cilindros también en V que será conocido como G65, que desarrolla 620 CV y un par idéntico a su hermano SL65 de 1.000 Nm.
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