La nueva generación de Mini ya está en nuestras calles dispuesto a ser, una vez más, uno de los elementos habituales de las ciudades más cosmopolitas del mundo.
Para esta ocasión hasta un total de siete vehículos diferentes han sido dispuestos para realizar esta prueba para la que hemos podido probar un Cooper de cambio automático y un Cooper S manual.
Empecemos por el Cooper.
Mini Cooper
Lo que más sorprende de este nuevo Mini es el rediseñado habitáculo donde gana especial atractivo la consola central cuya protagonista es la pantalla multimedia. La posición del conductor es cómoda, con todos los botones y selectores a mano y con una sensación de gran amplitud que contrasta con la claustrofóbica sensación de sentarse detrás.
Aún siendo de materiales muy nobles y elegantes, los dos asientos traseros son de uso testimonial. Con una altura de 1,80 como la de quien escribe, los pies se quedaban literalmente encajados bajo el asiento del conductor, estando éste situado en la posición que yo mismo había dispuesto para la prueba.
Si bien es cierto que las piernas, concretamente las rodillas no llegan a tocar el respaldo, el que los pies no tengan capacidad de moverse hace de estos asientos meros espacios homologados para que un adulto viaje detrás durante no más de lo que dura el trayecto entre dos estaciones de Metro.
Volviendo al puesto de conducción, el volante se ajusta ligeramente en altura y profundidad, la suficiente para situarse cómodamente antes de emprender la marcha.
El Cooper de nueva generación equipa un motor de 1,5 litros turbo de tres cilindros capaz de producir 136 CV y 220 Nm de par cuyo trabajo es dirigido al eje delantero mediante la gestión de la caja de cambios automática.
Una vez en movimiento, el Cooper al que vamos a poner a prueba realizará una ruta de unos 30 kilómetros repartiendo cerca de 20 por vías rápidas y 10 por carreteras secundaría y zona urbana.
La primera sensación que nos da al entrar a carretera interurbana de dos carriles por sentido con una velocidad máxima de 90 km/h es que no existe correspondencia entre el pie presionando el acelerador con la respuesta del motor y, sobre todo, la velocidad que marca la aguja. Este Cooper es lento.
Es más, las marchas entran sucesivamente sin darse cuenta lo que provoca que parezca que no gana velocidad.
Seleccionando inmediatamente el modo Sport del selector del cambio automático, con el coche ya en tercera, iniciamos un adelantamiento y el Mini empieza a rugir, a subir de vueltas, pero sigue sin ofrecer esa patada que esperamos para un motor que suena tanto. Una vez la inercia le es favorable, empieza a parecer rápido.
Desembocamos en autovía y, debido a la hora, nos encontramos circulación densa que nos favorece poner una velocidad de crucero no superior a los 110 y entonces el Cooper ofrece la mejor cara: es un vehículo cómodo y silencioso (ayudado por un buen firme, todo sea dicho de paso) que se agarra lo suficiente en curva como para no quedar comprometido pero que no es especialmente ágil cuando se le pide una reacción rápida a pesar de que la dirección es bastante precisa y "entra" donde tus manos dirigen el pequeño volante.
Vuelta al punto de partida, aparcamos y nos disponemos a probar el Cooper S.
Mini Cooper S
El aspecto de los nuevos Mini no deja indiferente a nadie, opiniones a favor y en contra pero sobre todo imprime una reacción frente a él: o gusta o disgusta y sin duda el Cooper versión S tiene una estética más atractiva que el resto pero no es bonito y el color amarillo anaranjado del que probamos es llamativo pero no le sienta especialmente bien.
Independientemente, volvemos a situarnos en la posición del conductor, siendo ésta prácticamente calcada a la vivida en el otro Mini . Por suerte tenemos la unidad manual, agradeciendo mucho la palanca de cambios en modelos que, en principio, tienen un carácter más deportivo que otros como el One o el Cooper.
Pulsando el interruptor rojo se enciende el motor, un bloque turboalimentado de dos litros cuya potencia asciende en 20 CV respecto su anterior generación lo que le sitúa en 192 y 280 Nm.
Esta vez haremos una ruta más breve de 15 km por vía interurbana principalmente pero con un par de glorietas que nos permitirán reducir y acelerar y una secuencia de curvas de agarre reducido y maniobrabilidad complicada.
El principio del camino coincide con la del Cooper y se nota desde el principio la patada, la respuesta y un mayor aplomo de la suspensión entre este S y su hermano pequeño muy a favor del más racing de los dos pero no nos precipitemos.
Tomamos el carril de aceleración y el coche se revoluciona mucho y rápido y acelera bien plantándonos en seguida en la velocidad permitida cuya marca es la que establecemos como tope. Es rápido cogiendo velocidad y el cambio manual, cuya palanca está demasiado atrás según nuestras preferencias, ayuda pero un larguísimo recorrido del pedal del embrague provoca un movimiento "poco deportivo" cuando se cambia de velocidad que llega a ser un poco incómodo sobre todo cuando el devenir de velocidades es un continuo.
Con una velocidad estable llegan las primeras curvas donde el asfalto se encuentra dañado por el paso de los años y la falta de mantenimiento y los baches e irregularidades empiezan a hacer mella en la suspensión y el chasis sufre un incómodo balanceo cual barca de pescador en una tempestad fuese tragada involuntariamente.
El coche no se sale en absoluto de la línea que se fije y es cierto que se siente uno más cerca del asfalto gracias a una suspensión más rígida y dura que la versión que carece de la S pero es demasiado light para un coche de 192 CV que se supone que es capaz de ofrecer diversión en zonas donde las rectas desaparecen.
Una curva larga de derechas que enlaza con otra de izquierdas para otra derecha en pendiente hacia arriba que baja con una inclinación de la calzada hacia el arcén izquierdo que se une a una breve recta que muere en una glorieta, entonces reducimos y hacemos el giro completo puesto que desharemos el camino hecho ya que volvemos hacia donde veníamos.
En la glorieta ponemos a prueba los neumáticos Dunlop Sport Maxx que, aunque apreciamos un considerable desgaste antes de arrancarlo y a pesar de la juventud de la matrícula, aguantan bien y el eje trasero del coche parece imantarse con el asfalto pudiendo exprimir al máximo el régimen alto del cuentarrevoluciones sin que tengamos miedo a perder agarre (siempre y cuando se haga con cabeza)
De vuelta a la zona urbana lo sometemos a los habituales resaltos, alcantarillas hundidas, parches del asfalto y simulamos una frenada más o menos de emergencia ante un paso de peatones donde los frenos responden bien pero nos surge la duda de si son suficientes para un compacto de casi dos centenares de caballos.
Conclusión
El nuevo Mini es un coche que, como en sus versiones anteriores, o gusta o espanta pero que, teniendo en cuenta su precio hay que tomarlo como un vehículo de alto coste para su rendimiento. Con un acabado interior de serie muy resultón, los extras encarecen de sobremanera y provocan que no compense el precio del que parte ( desde 20.550 euros el Cooper y 25.950 la variante S) con lo que nos transmitió en la prueba de conducción pero sobre todo no debe esperarse de él un coche de carácter deportivo sino un compacto urbano que puede sobrevivir bien ante las situaciones habituales del tráfico ordinario pero que ni tiene ni desprende en ningún momento carácter racing.
Como consejo, si lo que te gusta es la estética del Mini, tu mejor opción es un sencillo One (desde 17,950 euros)con todos los extras para hacer de él el más chic de tu barrio pero si buscas un coche divertido con el que poder ir a trabajar, de viaje e incluso ir a la montaña a disfrutar de los trazados sinuosos, el Cooper S no es una opción lógica.
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