El motivo esgrimido por el Grupo NEVS es problemas de falta de liquidez, lo que se traduce al menos por el momento en que la producción de este modelo se detiene al menos por cuatro semanas. Sin embargo, lo más sangrante de la noticia no es este hecho, posibilidad que en el fondo podía ocurrir debido a la situación complicada que ha vivido Saab en los últimos años, sino el hecho de que estos problemas tampoco son responsabilidad de NEVS de manera directa. Al final, el mundo empresarial y más el sector del automóvil es un nudo demasiado difícil de deshacer en muchas ocasiones.
Problemas casi externos
De hecho, tenemos que mirar al Grupo Qingbo Investment, uno de los inversores de NEVS en un porcentaje del 22% para encontrar el foco de los problemas. Ha sido este conjunto empresarial el que no ha cumplido con las obligaciones con NEVS y Saab en lo que llevamos de año, lo que de momento deja con el agua al cuello al resto del accionariado y por supuesto al proyecto. Esto significa que la solución está en manos de NEVS, que con este apoyo deficitario deberá buscar la solución, posiblemente con negociaciones con terceros que veremos si consiguen mantener la viabilidad de la empresa.
En esta situación se encuentra Saab y NEVS en estos momentos y de manera temporal el grupo empresarial utilizará créditos a corto plazo que permitan seguir con la actividad de fabricación y ensamblaje después del parón mencionado de cuatro semanas, donde se espera solucionar las deudas con proveedores, trabajadores externos y demás elementos derivados. Parece un parón puntual y esperemos que los planes de expansión con Suecia y China como pilares se mantengan estables.
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