MINI presenta en España la nueva generación del Clubman, esa reinvención del shooting-brake que ya tuviera su primer modelo en la anterior generación del compacto inglés. Para renovarse, deja atrás esos elementos que lo hacían tan especial para convertirse en algo más mundano y a la vez más racional.
Ahora se conforma con un diseño mucho más convencional, con 4 puertas y un doble portón trasero. Crece, y crece mucho, para entrar de lleno en el segmento C y enfrentarse a otros compactos premium como el Golf. Si la nueva versión de 5 puertas del MINI dejaba atrás cualquier atisbo de ser realmente 'mini', esta versión suma 29 centímetros más de largo y se va hasta los nada despreciables 4,25 metros. También crece 8 centímetros a lo ancho, para mejorar la habitabilidad interior. El maletero tiene una capacidad de 360 litros, ampliables a 1.250 litros si abatimos los asientos traseros.
Su diseño exterior, aun siendo mucho menos innovador que la anterior generación, sigue siendo bastante atrevido en su parte trasera. En BMW siguen empecinados con una versión shooting brake de su MINI, que no es otra cosa que una trasera con una caída totalmente vertical y con dos portones para el maletero. Sí, básicamente lo que es una furgoneta. Si en la nueva generación del MINI los pilotos traseros crecían para hacerse más saltones, aquí también lo hacen, aunque en esta ocasión en posición horizontal, ayudando a disminuir la altura percibida.
La parte delantera sigue las pautas del MINI de 3 y 5 puertas, haciéndolos prácticamente indistinguibles en una visión frontal. Algo que, por otro lado, ya ocurría en su anterior generación y ocurre con toda la gama MINI. En el interior tampoco encontramos diferencias con el resto de la gama, con todo lo bueno y malo que ello conlleva.
Oferta de motores, ninguna novedad
En el tren motriz tenemos una transmisión manual de 6 velocidades de serie en todos los modelos, con opción a montar una automática Steptronic de 6 velocidades o, como primicia en la marca, una de 8 velocidades. Esta última sólo estará disponible en los motores de 4 cilindros.
Motores que, por cierto, mantienen su habitual oferta en los nuevos MINI. En su variante de gasolina tenemos el 1.5 de tres cilindros con potencias de 102 o 136 CV, y para la variante Cooper S el tetracilíndrico 2.0 de 192 CV. En las versiones de gasóleo tenemos el habitual 1.5 de tres cilindros y 116 CV por un lado y el 2.0 de cuatro cilindros de 150 o 190 CV por el otro.
De serie, todas las versiones cuentan con control dinámico de estabilidad DSC, sistema de control dinámico de tracción DTC y bloqueo electrónico del diferencial EDLC. También climatizador bi-zona, faros LED y el sistema de radio MINI Visual Boost con una pantalla de 6,5 pulgadas, con Bluetooth y puerto USB. Aunque, como viene siendo habitual en la marca, el equipamiento más interesante está en la lista de opciones. Sistemas como el Head-Up Display, asistente de aparcamiento o la cámara para marcha atrás son muy interesantes y sólo están disponibles en opción.
La personalización también es otro de los elementos clave para MINI. Podremos elegir el Clubman en 12 colores diferentes, con 3 combinaciones adicionales para techo y las carcasas de los retrovisores. El catálogo de asientos y tapicerías aumenta hasta 10 diferentes. También se podrán elegir distintas llantas de 19 pulgadas si no te convencen las de serie de 16.
El Clubman de primera generación fue un coche muy atrevido y con muchísima personalidad que no terminó de funcionar muy bien. Ahora MINI ha sido mucho más conservadora, con una apuesta muy racional para el segmento C, manteniendo esa seña identificativa que tienen los MINI, pero a la vez con un vehículo muy utilizable para el día a día y con buena habitabilidad, algo de lo que otros MINI no podían hacer gala.
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