De esta forma, la DGT a través de las palabras de María Seguí, su directora, ha confirmado que el dinero que se podría haber invertido en nuevos radares fijos será utilizado para el mantenimiento de los ya presentes, algo en lo que se hará especial hincapié sobre todo por los saboteos continuos que reciben algunos de estos. Por ello, los esfuerzos y el presupuesto del organismo de cara al próximo año se centrará como hemos dicho en el parque de radares existentes.
Sin hacernos ilusiones
Si el número de radares fijos se queda quieto, está claro que los radares móviles tomarán una mayor presencia. Según las palabras de María Seguí, este tipo de radares son más lógico por su eficiencia en varias aéreas y sobre todo porque permiten controlar los límites de velocidad en carreteras secundarias y en zonas concretas de autovías donde no se pueden instalar elementos fijos. Por lo tanto, si tenemos en cuenta que la red de radares fijos se mantiene inalterable y los radares móviles serán más activos, finalmente no sabemos si la noticia es demasiado beneficiosa para los conductores.
Como dato rápido de lo que supone los radares para nuestros bolsillos y para las arcas de la DGT, en el pasado ejercicio más de un 45% de los ingresos que ha tenido el máximo organismos de transportes en nuestro país ha sido por multas. Dicho esto, desde este organismo se tiene previsto que el ingreso por tasas y sobre todo por multas respecto a la temporada pasada pueda crecer en un 0,3%, así que cuidado conductor.
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