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¿CÓMO LE LLAMAMOS?

Poner nombre a un modelo cada vez es más complicado

Las marcas cada vez son más prolíferas a la hora de sacar nuevos modelos y los nombres cada vez son más limitados.

Poner nombre a un modelo cada vez es más complicado

Poner nombre a un modelo cada vez es más complicado

Si dibujamos mentalmente un gráfico en el que crucemos la línea que representa los modelos creados por las marcas y las denominaciones disponibles para nombrarlos, nos encontraríamos dos líneas radicalmente distintas. Mientras que en las últimas dos décadas las marcas, en la búsqueda de ocupar todos los segmentos y ofrecer soluciones a todos los compradores, han ampliado enormemente su catálogo de modelos, en la línea contraria los nombres disponibles para denominar estos modelos se reducen de manera drástica. De hecho, según los últimos datos, hasta 800.000 denominaciones están ya patentadas en todo el mundo por las marcas.

La situación como es lógico a la hora de elegir un nombre atractivo para los nuevos modelos se irá agravando, si además tenemos en cuenta que en muchas ocasiones los fabricantes registran denominaciones para distintos prototipos y concept que posteriormente caen en el olvido o que simplemente no llegan a la fase de producción, pero que a su vez limitan estas opciones. Por ello, las mentes creativas de cada fabricante no sólo se tendrán que estrujar el cerebro para encontrar diseños atractivos o nuevas tecnologías antes que el rival, sino también para encontrar nombres que tengan sentido y sean atractivos para en todos los mercados.

Al margen de esto, además hay limitaciones idiomáticas a la hora de nombrar un nuevo modelo. Teniendo en cuenta que los grandes mercados hablan lenguas radicalmente distintas como son el inglés, el japonés, el alemán o incluso el español, encontrar un nombre que en cada uno de estos idiomas suene bien también se torna realmente complicado. Por ello, desde las marcas están comenzado a usar distintas fórmulas que pasan por resucitar nombres de modelos del pasado que ya han caído en el olvido, como pueda ser el Chevrolet Impala, modelo que saldrá en 2014 pero que tuvo una primera vida desde 1957 hasta las décadas de los 70. Misma suerte han corrido el Dart de Dodge o el Giulietta de Alfa Romeo.

Esta política de reutilización de nombres además tiene bastante sentido, ya que los compradores identifican el uso de ciertos nombres con un fabricante en concreto así como las gamas completas. De esta forma, mientras a nadie se le escapa que la saga DS es de Citroën o que Lamborghini utiliza nombres de toros famosos para catalogar a sus modelos, las marcas consiguen ahorrar cantidades muy importantes de dinero en publicidad, por la idea primaria que tienen los compradores y que no tiene que ser inculcada por campañas más agresivas para modelos que estrenan nombres completamente nuevos.

Poner nombre a un modelo cada vez es más complicado

Nombres poco afortunados

Pero no siempre las marcas han conseguido cumplir las premisas que hemos comentado y hay bastantes casos de nombres un tanto desafortunados, sobre todo a la hora de llegar a mercados de habla hispana o en su defecto, aunque no lleguen a estos. Sin pensar demasiado, se nos ocurre a muchos el Mazda Laputa, un modelo que no llegó a España pero que sin duda habrá provocado algunas risas. A nivel más concreto, otro modelo que no llegó a España pero que también tenía un nombre peculiar era el Toyota Granvia, ideal para los habitantes de Madrid, o en la misma línea el Toyota Premio. Pero uno de los ganadores en este aspecto es sin duda el Nissan Moco, vendido en el mercado japonés.

Sin embargo, otros modelos han llegado a España con nombres totalmente contrarios para evitar este tipo de circunstancias. El caso más claro es el del Mistubishi Pajero, que en España se ha vendido como Mitsubishi Montero o el del Kia Borrego que en ciertos mercados ha recibido el nombre de Kia Mohave, aunque la historia para este modelo es algo más largo. Más cercano nos queda de todas formas el Volkswagen Jetta, que si bien finalmente ha llegado con este nombre, pasó por catalogaciones como Vento o Bora.

Como se puede comprobar, acertar con la denominación de un coche a nivel global es complicado y más con la gran cantidad de nombres registrados. Si no preguntarle a Ford cuando en 1976 presentó el concept Ford Corrida.

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