Todos conocemos al Citroën Xsara Picasso, un monovolumen que supuso toda una revolución con su aparición en el mercado, ya que ofrecía en el mismo tamaño de un compacto -largo por ancho- mucha más habitabilidad y espacio, lo que no tardó en ser premiado por numerosas familias adquiriendo una unidad y alzando así a uno de los primeros monovolúmenes del mercado a ser un éxito de ventas.
Sin embargo, ¿Qué dirías si te decimos que este carismático monovolumen no fue el primer Citroën en lucir orgulloso el apellido del famoso pintor español? Todo comenzó muchos años atrás, concretamente en 1955, cuando una pequeña gamberrada del pintor se convirtió en mucho más que una anécdota.
Manuel Mejido, reputado reportero mexicano era por entonces solo un joven atrevido, tanto que no dudó ni un segundo en desarrollar una estrategia para lograr entrevistar a uno de los artistas del momento, aprovechándose de sus ideales políticos para conseguir dicha entrevista. Tras acordar la cita, Mejido voló hasta París sin dinero, y para poder llegar al lugar acordado con Pablo Picasso para realizar la entrevista, pidió prestado un Citroën DS a un español refugiado en la Casa de México.
Con solo 15 minutos de tiempo, Mejido se las arregló para convencer al artista de charlar un rato más, consiguiendo pasar dos horas con Pablo Picasso, hablando de su obra así como de los cientos exiliados españoles que habitaban en México. Sin embargo, al finalizar la entrevista Picasso desapareció temporalmente, y en cuanto apareció este se despidió del periodista, que iba camino a una de las mayores sorpresas de su vida.
El Citroën DS prestado mostraba en su carrocería unas flores, un árbol y una familia, elementos que antes no estaban y que por supuesto, solo una persona allí presente podía haber pintado. Tras la sorpresa inicial, y la confesión de Picasso, el reportero insistió al artista malagueño a firmar su obra, convirtiéndose así en el primer Citroën Picasso de la historia.
Pero, ¿Qué pasó con tan exclusivo coche?
Lo cierto es que por aquella época el reportero necesitaba conseguir un dinero extra, que le obligó a vender el coche a una galería de arte parisína, y a partir de entonces se le perdió el rastro. Se ha sospechado que Citroën se hizo con esta unidad tan exclusiva, pero lo cierto es que no está entre los tantos Citroën DS que se encuentran en el Conservatorio de Citroën, y a día de hoy se desconoce el destino de esta joya.
Fuente - El País
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