No estaba anunciado pero era de esperar, Toyota seguirá el ejemplo de Ford y General Motors y cesará toda acción productiva en Australia, terminando con más de 50 años de actividad en el continente austral, desde que comenzó la actividad en 1963, dejando sin trabajo a los más de 2.500 empleados que tiene actualmente.
Toyota cita los altos costes operativos y el elevado coste del dólar australiano como principales motivos para tomar esta decisión, aparte de no favorecer las economías de escala estrictamente necesarias en un fabricante del alcance de la corporación japonesa.
Escala
Toyota era hasta la fecha el mayor productor local en Australia, aunque cerca del 70% de su producción era destinada a la exportación, ya que el consumo interno era escaso. Sin ir más lejos, el pasado año 2013 se vendieron en toda Australia tan solo 1.136.227 unidades, de las cuales solo 210.538 fueron fabricadas por productores locales, siendo el resto modelos importados.
Durante ese mismo año Toyota fabricó más de 106.000 unidades del Camry, Camry Hybrid y Aurion (sedán de mayor tamaño que el Camry aunque deriva técnicamente de este) lo que convierte a la factoría australiana en la segunda más pequeña a nivel mundial de la marca, importando además otras más de 185.000 unidades del resto de modelos que conforman su gama en la isla-continente.
Estas cifras se antojan anecdóticas para una firma de la talla de Toyota, que logró vender a nivel global más de 10 millones de unidades en el mismo ejercicio y que cuenta con una infraestructura productiva de primer orden repartida a lo ancho y largo del globo.
Motivos
La necesidad de producir en Australia tan solo respondía a la circunstancia de tener que salvar los aranceles que gravaban las importaciones de vehículos, de un 30 por ciento desde los años 90 y que recientemente han sido suprimidos, gracias a los últimos acuerdos de libre comercio firmados por el vigente gobierno australiano.
La reciente desaparición de esos aranceles ha provocado un vuelco en las cifras de venta de automóviles nuevos, en contra de los modelos fabricados internamente, que han visto como su cuota de mercado ha sido devorada en los últimos años por los modelos más económicos y con mejores incentivos exportados de otros mercados asiáticos, donde el coste productivo es mucho menor.
Por lo que para las pocas marcas que continuaban fabricando en Australia el paso era tan lógico como matemático, no es necesario alimentar una fábrica entera para vender unos pocos Commodore o Falcon al año, cuando el resto de modelos de la gama ya viene a un precio mucho más asequible de las otras docenas de fábricas rentables que tienen las marcas en otros países.
Beneficiados
De esto los únicos beneficiados han sido los propios fabricantes, en detrimento de los propios australianos, que no solo verán mermada su economía local gracias a la perdida de los puestos de trabajo presentes y futuros, y los efectos en cadena generados de esta, como una menor recaudación de impuestos, aumento de subsidios por desempleo o un más que previsible descenso del consumo.
Sino que como consumidores tendrán que aceptar las gamas más globales de las marcas establecidas comercialmente, como en el caso de Holden, que pierde en el proceso los productos propios dotados de características únicas para ese mercado, como el Commodore y derivados, de tracción trasera, que desaparecen en favor de otros productos de GM Korea, de arquitecturas más simples.
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