Si hay alguien que sepa competir y combatir contra Kamaz es Gerard De Rooy. El holandés ha sido un incordio para la regenerada armada rusa. Ya les ganó en 2012 y lo ha vuelto a hacer en 2016, mostrando una superioridad absoluta, una enorme solidez. Parecía que los MAN iban a ser rivales hasta el final, que los Kamaz aparecerían... pero lo único cierto es que De Rooy ha sido el piloto más regular y fiable y, en consecuencia, ha obtenido la victoria final.
Como los otros campeones, Price, Patronelli y Peterhansel, empezó contemporizando. El Dakar, como saben los expertos, se va ganando con el paso de los días. Y esa ha sido la estrategia de De Rooy. Sus rivales se han ido eliminando, o ni siquiera apareciendo, y él ha sabido emerger en el momento oportuno, cuando llegaron las etapas más duras. El doblete en la octava y novena etapa fue un paso de gigante y, después, las caídas de Nikolaev y Villagra le permitieron afrontar con mayor calma las etapas finales. Todo ello para conseguir el doblete en la prueba más dura del mundo del motor.Arrancó el Dakar aguantando. Ganó en la cuarta etapa pero el MAN de Versluis estaba muy fuerte. Acabó la primera semana a cinco minutos del líder, todas las opciones intactas. Por su parte, ni los Kamaz habían aparecido en su máxima esencia, ni Federico Villagra, ni Hans Stacey pudieron mantener el ritmo inicial. Aun así, en la jornada de descanso la general estaba muy apretada. Seis participantes en apenas quince minutos. Todo se decidiría sobre las dunas y el fesh-fesh.
Sentencia en las dunas
Y así fue. Ahí llegó el 'hachazo' de Gerard De Rooy. En las primeras dunas, llegando a Belén, De Rooy fue metiendo minutos. Prosiguió en el bucle de Belén. Versluis perdía más de cinquenta minutos entre las dos primeras etapas de dunas mientras que De Rooy, que lograba el doblete en mencionadas jornadas, seguía sacando minutos a su más inmediato perseguidor, Eduard Nikolaev. Parecía que los Kamaz reaccionaban pero De Rooy se mostraba muy sólido.
Esa solidez que le llevó a seguir ganando y a dar el verdadero golpe encima de la mesa. La etapa más difícil de toda la carrera. Las Dunas de Fiambalá iban a ser jueces en prácticamente todas las categorías. Y no iba a ser menos en camiones. De Rooy dio su golpe, quedó segundo, pero lo importante fueron las pérdidas de sus rivales. Villagra, Nikolaev, Verluis, Van Genugten... todos se hundieron. Quedaba Mardeev como segundo, pero a más de una hora. De Rooy tocaba con la la punta de los dedos la victoria.
No había mucho más donde rascar. Salvo graves problemas, el podio sería inamovible. La carrera comenzó muy igualada entre los 'elefantes del desierto' pero en la segunda semana las diferencias se disparon hasta una medida temporal que pasó del minuto a la hora. De Rooy terminó la carrera tranquilo, alzándose con su segundo Dakar con más de una hora sobre Mardeev y casi dos horas sobre su compañero Villagra. Objetivo conseguido.
Superando el palmarés familiar
De esta forma, Gerard De Rooy supera a su padre en cuanto a victorias y podios. Jan De Rooy fue un precursor, el primer holandés en triunfar en el Dakar, inyectó el 'virus dakariano' en el país tulipán. Ahora, es el segundo país que más participantes aporta a la prueba más dura del mundo del motor. Ahora, su hijo es el líder, la cabeza visible de la participación neerlandesa junto a los Ten Brinke, Van Loon, Stacey o Versluis.
Este sábado Gerard hizo historia. Como decimos superó a su padre quien, a bordo de un DAF, logró una victoria, un segundo puesto y dos terceros en los años 80. Su hijo ha sido dos veces primero, una vez segundo y dos veces tercero. El alumno supera al maestro y ojo porque si los Kamaz siguen sin reaccionar, la superioridad mostrada por el holandés le puede dar para muchas victorias más. Eso sí, el Dakar 2017 será otra historia.
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