Carlos Sainz intentará reeditar el triunfo conseguido en el Dakar 2018. El piloto madrileño llega a su duodécima 'largada' con la ambición intacta, como cuando empezó en esto de los rallys. Y con ilusiones renovadas tras el cambio de Peugeot a Mini. Al madrileño siempre le ha motivado trabajar en los vehículos, evolucionar los coches, ponerlos a su gusto y hacerlos ganadores. Eso es lo que ha intentado hacer con el buggy de X-Raid con el que intentará, junto a Lucas Cruz, conseguir su tercer título dakariano.
Y es que grande fue la incertidumbre generada tras la salida de Peugeot como marca oficial del mundo de los raids. El 'león' llegó con fuerza, ganó tres dakares -dos con Peterhansel y uno con Sainz- y con la misma se marchó, dejando a cuatro estrellas sin asiento. "Tras acabar el año pasado el Dakar se abrió una duda a nivel personal de si seguir en el Dakar y, si seguía, con quien seguir", admite el propio Sainz.Pero llegó Mini y les dio la oportunidad. A Carlos, sin duda, le sedujo la idea: "Me apetecía trabajar en un coche y un equipo nuevo para volver a hacer un proyecto ganador". Dicho y hecho. El pasado mes de octubre, X-Raid anunciaba a Peterhansel, Despres y Sainz como pilotos oficiales de Mini. Iban a correr el Dakar con el Mini John Cooper Works Buggy, un vehículo de dos ruedas motrices similar a lo que había sido el 3008. Quizá no han tenido todos los test que desearían o no han competido en todas las carreras necesarias, pero lo único cierto es que Carlos Sainz, Lucas Cruz y el Mini estarán en la salida de Lima el próximo 6 de enero.
Segunda victoria tras cinco abandonos consecutivos
Como decimos, será la duodécima participación del 'Matador' en el Rally Dakar. Su aventura se inició en África, en el año 2006. Desde el principio, el excampeón del mundo de rallys ya ganó etapas y estuvo entre los mejores pilotos. Tras dos años de aprendizaje en territorio africano y tras el traslado a Sudamérica, Sainz ha estado casi siempre en la batalla. En 2009 fue el gran dominador de la prueba y solo aquella famosa zanja, a dos etapas del final, le dejó sin su primer Dakar, a bordo del Volkswagen Touareg. Con la marca germana sería campeón en 2010 y peleó hasta el final con Al-Attiyah en 2011.
Tras la marcha de Volkswagen del Dakar llegaron los 'años negros': no participó en 2012 y dos ediciones con buggies privados que poco dieron de sí, más allá de un sinfín de problemas mecánicos y dos abandonos consecutivos. Pero llegó la luz al final del túnel con la aparición de Peugeot. Bien es cierto que sus primeras tres participaciones con la marca francesa se saldaron con abandonos, pero desde el 'león' siempre confiaron en el piloto español debido a su capacidad de evolución del vehículo a su innegable rapidez. Era cuestión de tiempo y circunstancias que llegara su victoria. Y llegó.
Fue en 2018, cuando ya era sabido que Peugeot abandonaría esta competición. Carlos Sainz fue el que mejor gestionó la presión de una edición durísima, con muchos abandonos y accidentes. El madrileño esta vez no tuvo problemas, esos fueron para los demás. Tiró de regularidad, de conducción y de pilotaje frío para imponerse en la meta de Córdoba por segunda vez en su carrera deportiva y nada menos que los 55 años. Y ahora, a los 56, se presenta como un 'toro' en Lima, con el físico de un chaval y con un año más de experiencia.
La fiabilidad del Mini JCW Buggy, en entredicho
Su nivel y el de Lucas Cruz está claro. Falta saber cómo funcionará el vehículo. Un vehículo con no demasiado rodaje y con solo una competición, el Rally de Marruecos, plagada de problemas mecánicos. "Vamos cortos de kilómetros de test, es un proyecto nuevo, con muchos cambios y estamos expectantes", reconoce el copiloto.
En teoría, para el recorrido de este año, con tanta arena y terreno blando, el dos ruedas motrices debería ser superior a su 'hermano' 4x4 y a los Toyota debido a varios factores: la tracción trasera, el sistema de inflado y desinflado, las suspensiones con mayor recorrido, la mejor absorción de los impactos... para que nos entendamos, un vehículo que tracciona y circula mejor en las dunas y que tiene un mejor paso por baches, saltos o socavones. El único 'pero' será la fiabilidad mecánica. Habrá que ver cómo funciona el Mini JCW Buggy en una carrera tan dura y larga como el Dakar. En Marruecos, Sainz y Cruz ya tuvieron problemas mecánicos, especialmente en la caja de cambios. Unos problemas que ayudarían a mejorar el vehículo pero que también suponen una dosis de incertidumbre de cara al inicio de la prueba.
Sobre la presente edición, el recorrido será muy duro y habrá que ver quién se adapta mejor a las condiciones del desierto peruano. Sainz se lo tomó con calma el año pasado, no fue su sector más rápido del Dakar, se lo tomó con calma, mientras otros se precipitaron, y esa fue la clave. Una calma que le puede valer de mucho este año. "Perú marcó el año pasado la carrera tras las cinco etapas allí, hubo muchos abandonos, va a ser un rally muy duro", reconoce el madrileño con respeto al desierto del país inca.
Además, junto a Sainz, X-Raid contará con un equipo de ensueño, lo cual puede ser positivo o negativo, depende de por donde se mire. Si el espíritu de equipo es bueno y prevalece la estrategia de arropar al piloto más fuerte, la estructura alemana tendrá todas las de ganar. Stephane Peterhansel y Cyril Despres completan el equipo con los buggies mientras que Nani Roma, Orlando Terranova, Yazeed Alrajhi y Jakub Przygonski estarán a bordo de los Mini ALL4Racing 4x4.
Así pues, con estas mimbres llegan Carlos Sainz y Lucas Cruz al Dakar 2019. Con un objetivo, una ambición y un reto: conseguir su tercer triunfo en la prueba más dura del mundo del motor. Y ojo porque, de lograrlo con Mini, sería la tercera marca diferente con la que la pareja española se lleve la victoria, un hito solo alcanzado por Stephane Peterhansel. Carlos Sainz busca hacer historia.
Fuente de las fotos: X-Raid.
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