En un mundo regulado por el dinero, por la economía y por los intereses, personas como Sébastien Loeb dan razón a los que todavía llamamos deporte a las competiciones de motor. Y es que el francés aporta honor a cada competencia, su amor por el automovilismo, su pasión por la competición y su ambición le han permitido triunfar en todas y cada una de las disciplinas en las que ha participado a lo largo de su carrera deportiva. Una mezcla de amor, pasión y ambición que le hace ser competitivo siempre que se sube en algo que tenga un volante y cuatro ruedas.
Ganador en cualquier disciplina
Loeb es competitivo, corre para ganar, se divierte corriendo para ello. Incluso en una mera carrera de karts, por afición. El francés ya lo demostró durante nueve años en el WRC. Nueva años en los que no se cansó de ganar, pese al paso del tiempo, a las lesiones, a los rivales... afrontó cada año con la ilusión de un niño, con las ganas de un debutante. Por ello se convirtió en el mejor piloto de rallys de la historia. Y tras dejarlo, lejos de irse a casa a descansar, quiso seguir ligado al motor... y a las victorias.Porque 'Seb' nunca ha dejado de ganar. En su paso a los circuitos, ya ganaba carreras en el Mundial FIA GT, así como en otras participaciones esporádicas en las copas de Porsche. También siguió triunfando en el WTCC. No era el mejor, pero estuvo entre los mejores desde el principio. No pudo con 'Pechito' y Muller, pero es que esos son superclases de la disciplina, con muchos años de experiencia. Y no nos olvidemos de su último año en el Rallycross donde acabó quinto tras conseguir una victoria y varios puestos de honor. Recordar también su récord de Pikes Peak... Es un ganador.
Un aprendizaje certero
Y un ganador se plantó en el Dakar 2016 como un novato. Como decíamos antes, con la ilusión de un niño afrontó su primera participación en la carrera más dura del mundo... y empezó ganando. Hasta cuatro victorias de etapa y varios días de líder provocaban comparaciones con Ari Vatanen, quien ya ganó el Dakar en su primera participación. Pero Loeb es humano y como todo humano tuvo sus errores. Las arenas del Dakar le pusieron en su lugar con errorer a la hora de afrontar las dunas y con un accidente. Todo ello fruto de la inexperiencia que todo piloto tiene al inicio. Acabó, puso su nombre en la carrera y aprendió, sobre todo aprendió.
A la altura de Peterhansel
Y con todo ese aprendizaje se plantó en el Dakar 2017. Ya con más experiencia, tanto él como su copiloto, siguieron la estrategia de siempre: apretar cuando se pueda. El francés aprendió que esto no es un rally, que no gana el más rápido. Corrió mucho cuando pudo, cuando se vio con confianza y cuando no había peligro. Llegado el momento de la verdad, donde se juega el triunfo, jugó con calma. Junto a su copiloto se pudo ver una gran mejoría en la navegación, una mayor técnica a la hora de afrontar dunas y otras zonas técnicas de la carrera. Ello le permitió llegar a las tres últimas etapas en pugna directa con Peterhansel.
Estar a la altura del mejor de la historia deja bien a las claras la mejoría de la pareja Loeb-Elena. Pilotar con la seguridad de 'Monsieur' y navegar con la inteligencia de Cottret. Eso sí, un pequeño error, un mínimo error, dio al traste con las opciones del alsaciono. Aguantó como pudo a Peterhansel en la jornada reina del Dakar -tras la anulación de la 'Super Belén'-. Su compañero lideraba con unos cinco minutos de margen y Loeb salió a por todas en la penúltima etapa. Llevaba tiempos de remontada. Pero una piedra, un pinchazo, varios minutos perdidos y... adiós a la victoria.
La evolución de un futuro vencedor
Es lo que pasa cuando estás compitiendo ante el mejor de la historia, cuando tienes que arriesgar, ir al límite. Pero, hasta el momento, el novato estaba a la altura del veterano. Pese a este problema, finalizó el Dakar en segunda posición, a poco más de cinco minutos de Peterhansel. ¡Y en su segundo año! "Hemos progresado y no nos hemos salido de la pista. Terminamos segundos... ¡no muy distanciados de Stephane!", sentenció un satisfecho Loeb tras la carrera.
No hay duda de la pasión, la ambición y el amor por el automovilismo de Sébastien Loeb y también de su inseparable Daniel Elena. Una leyenda de los rallys que va camino de ser el sucesor del gran 'Monsieur Dakar' aunque él no cree que pueda llegar a su altura. "No creo que consiga tantos Dakares como Peterhansel, pero mi objetivo es ganar el Dakar un día: tendré que perseverar", decía un siempre modesto 'Seb' que sabe de sobra que tienen "potencial para lograrlo", para lograr vencer en el Dakar. Pasión y ambición.
Fuente de las fotos:Dakar media y Peugeot Sport media.
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