La Fórmula E continúa con ese proceso de evolución propio de quien todavía anda antes de correr. En su tercera temporada, los coches han evolucionado, los pilotos han cambiado y se está empezando a conseguir que, cada vez, el proyecto sea a largo plazo.
Uno de los grandes avances que se ha producido esta temporada es el cambio en los neumáticos. Bien es verdad que en los dos primeros cursos las gomas proporcionadas por Michelin no habían dado un solo fallo. Eficacia probada a todas luces. Pero el mundo del motor siempre evoluciona y eso es lo que se ha hecho en los últimos meses.
Más eficiencia, más ecología
Para esta temporada se fabricó el Michelin Motorsport desarrolló la EV2 una evolución de los dos años anteriores. Los resultados, de momento, son inmejorables por dos vías distintas. La primera es la de la ecología. Se ha conseguido reducir un total del 16 por ciento en la resistencia al rozamiento con el asfalto, lo cual viene a suponer un ahorro considerable que desemboca en el hecho de que se puede rodar más tiempo con la misma cantidad de energía.
El otro componente importante es la disminución considerable del peso de los monoplazas. En total, la cantidad se acerca a los 3 kilos por coche repartidos entre los delanteros, con una cifra cercana a mil gramos, y los traseros, que se acercan al kilo y medio. Todo ello, teniendo en cuenta que las nuevas gomas se utilizan no solo en uno o dos coches, sino en todos los que componen la parrilla, siendo la reducción total una cifra bastante significativa. Se ahorra, por tanto, en emisiones de Dióxido de Carbono a la atmósfera.
La energía y el medio ambiente se han convertido en uno de los grandes elementos a tener en cuenta en la disciplina. El hecho de que los monoplazas no utilicen gasolina ya es significativo, aunque todavía falta dar ese paso definitivo que se puede producir en el momento en el que las añoradas nuevas baterías de McLaren eviten los cambios de coche y favorezcan el desarrollo propio de una prueba completa.
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