En los orígenes de los deportes del motor las carreras con mayor recompensa para las primeras posiciones se les dio el nombre de grandes premios, algo heredado de deportes de competición anteriores como la hípica. Los grandes premios de motociclismo generalmente eran concursos que combinaban prestigio y dureza además de la retribución especial. Las pruebas solían ser más largas, en recorridos mayores y eran grandes retos para pilotos y máquinas. Hoy día, por desgracia, apenas quedan un par de grandes premios reales que han mantenido su formato a lo largo de los años y un buen puñado de carreras que forman parte del Campeonato del Mundo de MotoGp que llevan la denominación más por recompensa que por ser un reto.
El gran premio que nos ocupa se estableció en 1937 y originalmente era 45% asfalto y 55% arena. Las motocicletas corrían por la carretera A1A durante unos 2400m, daban media vuelta a la izquierda usando un montículo de arena como referencia, hacían otros 2400m por la arena de la playa, media vuelta de nuevo y volvían a la A1A. ¿El lugar? Daytona Beach, Florida, USA. ¿La distancia? 200 millas, 321km. Desde su origen hasta 1960 (excluyendo 5 años por la Segunda Guerra Mundial) se corrió por las playas de Daytona Beach, incluso antes de que NASCAR empezara a hacerlo. En 1961 la carrera se trasladó al interior del aquel entonces novísimo Daytona International Speedway y durante tres años se disputó la renovada Daytona 200 sin que las motos pisaran los peraltes. Desde 1961 hasta 1965 la gran carrera americana de motos tuvo unos eventos secundarios de lujo, siendo parte del USGP y además ronda del Campeonato del Mundo de Velocidad en los dos últimos años.
Tan pronto el Campeonato del Mundo dejó de visitar Florida diferentes equipos y fabricantes empezaron a interesarse por esa peculiar carrera de 200 millas que combinaba horquillas con el paso por los increíbles peraltes del óvalo. El auge internacional vino en los años setenta, con victorias de nombres como Jarno Saarinen, Giacomo Agostini, Johnny Cecotto y Kenny Roberts días antes de transformarse en piloto mundialista a tiempo completo. Precisamente se cuenta que Agostini enseñó mucho a Roberts Sr. en varias ediciones de la carrera antes de que King Kenny venciera en 1978. En los ochenta la carrera vivió su edad de oro, con un palmarés envidiable con nombres como Freddie Spencer, Eddie Lawson, Wayne Rainey y Kevin Schwantz además de dos triunfos extra de King Kenny (¿os acordáis de cuando los pilotos corrían carreras más allá del Mundial?). La carrera se volvió algo menos internacional a partir de allí pero nunca fue raro ver a pilotos internacionales en la parrilla de la Daytona 200 como Raymond Roche, Aaron Slight, Troy Bayliss, Troy Corser, Akira Yanagawa, Neil Hodgson y Steve Hislop.
El distanciamento entre las normativas entre FIM y AMA además del aumento de sueldos en GPs y superbike y la crisis de principios del milenio (bicilíndricas 1000cc contra tetracilíndricas 750cc) hicieron que la Daytona 200 se hiciera cada vez menos internacional. Debido a las enormes velocidades en el óvalo y el consumo de neumáticos que eso suponía la AMA decidió que en 2005 la carrera se disputara en una categoría menor (Formula Xtreme) y la pista incluyera algo menos del óvalo (se pasaba del infield a la recta trasera, evitando las curvas 1-2 de NASCAR). Una compañía parte de NASCAR tomó posesión de AMA Superbike en 2009 y le dio otro vuelco a la carrera, esta vez cambiándola a Daytona Sportbike (categoría similar a SSP pero permitiendo correr con cosas como una Buell 1125R) y haciendo la carrera nocturna con salida lanzada en paralelo como NASCAR o resistencia en vez de la salida por oleadas desde el pitlane tradicional. Los pilotos se quejaron de la iluminación y de lo complicado de salir lanzado en paralelo sin radios y ambas cosas desaparecieron para 2010.
La carrera tuvo un buen número de pilotos y equipos profesionales hasta 2014, año en el que Daytona Motorsport Group (compañía parte de NASCAR) decidió no seguir manejando AMA Pro Racing y las 200 millas de Daytona quedaron huérfanas. MotoAmerica, el heredero de AMA Pro Racing parcialmente controlado por DORNA, no quiso que la carrera en el óvalo fuera parte del nuevo campeonato por razones de seguridad y el reglamento específico necesario ya que la carrera incluye paradas en boxes con repostaje y cambios de neumático. Por suerte, DMG entró en contacto con la American Sportbike Racing Association (ASRA), organización que organiza unas carreras en el trazado de Florida en Otoño y ambos colaboraron para que la competición no dejara de disputarse. Desde entonces la prueba presenta grandes contrastes, con unos pocos pilotos 100% profesionales corriendo por dinero y prestigio y varias docenas de completos amateurs a los que los casi 321km de competencia se les hace una montaña casi insuperable. La parrilla de 2017 contó con apenas seis pilotos de gran nivel donde se incluían el francés Valentin Debise y el venezolano Robertino Pietri y más de cincuenta veteranos y aficionados de distintos niveles. El fin de semana sólo 28 de 65 motos habrían entrado en un teórico 107% con varios motos superando el 112%.
Ante ese panorama era fácil negarse a ver la carrera: pocos profesionales y muchos pilotos que no serían más que tráfico, lentos como si corrieran en motos de otra categoría. Con todo en contra la carrera empezó... y volvió a ser excelente. De los seis grandes favoritos perdimos a Debise en parrilla por un problema en la parte trasera de su moto por lo que empezó con dos vueltas de retraso. Los cinco que quedaban rodaron juntos desde un principio, es casi una quimera tomarte una Daytona 200 como si fuera una carrera de MotoGp, los 321km son durísimos y casi una tortura si decides correrlos solos con un alto ritmo. Perdimos a Pietri antes de las primeras paradas, su moto dijo basta. En las primeras paradas Michael Barnes, ganador de 2016, perdió comba y dejó de rodar al máximo nivel. También perdió algo Cory West pero recuperó los casi cuatro segundos perdidos hasta alcanzar a Danny Eslick (ganador en 2014 y 2015, no corrió en 2016 tras pasar la noche anterior en el calabozo) y Kyle Wyman.
Llegó la ronda final de pitstops y al salir Eslick de nuevo quedó líder a falta de catorce giros, West de nuevo a cuatro segundos y Wyman perdió tanto tiempo que salió detrás de Barnes por poco. Cory volvió a tirar de épica y alcanzó a Danny siete revoluciones antes de la bandera a cuadros. Las escenas que se sucedieron fueron de infarto, con los dos pilotos sorteando a corredores sin apenas fuerzas (algunos rodando cinco segundos peor que sus vueltas rápidas) y batiéndose el cobre tanto en la zona revirada como en el óvalo del Daytona International Speedway.
En la vuelta final Cory West intentó apretar en la parte final del infield, seguramente porque vio un doblado algo más adelante cuyo rebufo podía hacer que el de la Yamaha #13 rompiera con el doble ganador y entrara primero en meta. Ambos pilotos se beneficiaron de dicha aspiración y el duelo siguió en la chicane, con Danny Eslick frenando pronto convencido de que su salida era suficientemente buena como para superar a la Yamaha #13 antes de la línea de llegada. Tras tres banderas rojas (90 minutos de retraso) y 57 vueltas de infarto Eslick superó a West por 41 milésimas después de 1h43' de increíble competición (Cory West acabó descalificado por un filtro de aire ilegal, por desgracia). En doce meses Danny pasó de detenido a llevarse los 25000 dólares de premio por ganar el penúltimo gran premio, una de las últimas carreras que sigue siendo como antes, como siempre.
La Daytona 200 no son 2,75 carreras de MotoGp o 3 mangas de WSBK seguidas, es algo más, algo mayor. Los 321km ponen a prueba a máquinas y pilotos. Los dos pitstops hacen que los mecánicos pasen semanas y semanas entrenando unos segundos casi 100% exclusivos a la competición. ¿Es el paso por el óvalo parte del encanto? Por supuesto, los pilotos siempre han dicho que el peralte a fondo les da unas fuerzas verticales negativas horribles, como un fortísimo badén que dura varios segundos donde el cuerpo parece ser capaz de chafar el depósito y hasta cuesta mantener la mirada alta. La parrilla ha llegado a superar los 70 corredores, los profesionales y sus grandes estructuras se mezclan con algunos pilotos que se lo toman como un maratón de gran peligro donde flojear puede significar un grave accidente. Es una carrera rápida (la vuelta rápida en 2017 fue a 183kph de media), es peligrosa, es diferente, es especial, es tradicional y nos ha dado grandes duelos y finales de locura pero por encima de todo es el penúltimo grand prix verdadero.
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