Cada nuevo curso comienza con nuevos objetivos y, sin duda, en el presente Joan Mir no solo ha aspirado a todo sino que también, lo ha alcanzado. En forma de exhibición, el español se ha permitido tocar el cielo y se ha convertido en Campeón del Mundo a modo de genio.
Unas alas que comenzaron a desplegarse bajo los focos de Qatar, se han ido haciendo grandes -junto a él- hasta llegar a lo más alto en Phillip Island, donde el piloto del Leopard Racing, y curiosamente en el trazado que le vio debutar sobre la Moto3, ha conquistado la categoría tras participar en una guerra, donde también ha conquistado la mayoría de batallas.Y la conquista, echándole un vistazo a la tabla, parecerá fácil. Pero no lo es. Sin embargo, fácil sí ha sido la capacidad de adaptación de un hombre que, antes de empezar la temporada, tuvo que confiar en aquellos que le aseguraron que, dejando a KTM atrás para comenzar a trabajar con Honda, tendría su oportunidad de convertirse en campeón. Y no se equivocaban.
Pero no ha sido todo producto del cambio. Más bien lo ha sido de las oportunidades, esas, que Mir ve en todas partes o por lo menos, así lo ha demostrado a lo largo del año incluso ante situaciones, donde lo más fácil hubiese sido no arriesgar.
Pero quien no arriesga no gana. Y esta ha sido la idea firme de un piloto que, en la que probablemente sea la categoría más ajustada de todo el Mundial, ha sido capaz de marcar la diferencia a través de una muestra de madurez impropia de un hombre, que tan solo completaba su segundo curso mundialista.
Ya hay quien dice que tiene destellos que le postulan en la misma posición de esos que escriben la historia y, sin ir más lejos, con este título Joan Mir iguala un hito que nadie conseguía desde Valentino Rossi en 1997: hacerse con el título en su segunda temporada completa.
La única diferencia, el tiempo. Los 20 años entre una conquista y la otra pero siempre, con la misma ambición que diferencia a los grandes del resto. Y también el mismo rival: uno mismo. Y no porque no los tenga en pista.
Es más, el balear ha tenido que pelear con todo un especialista de esta categoría como Romano Fenati pero, sin embargo, su afán de superación y de tocar el cielo aún teniéndolo lejos como le ocurrió en Japón, le ha llevado hasta él.
Al igual que le ocurrió en Austin, Mugello y Assen. Donde más inferior se encontraba, Mir decidió fortalecerse. Él también podía fallar pero en cambio, no lo hizo. Cada punto negativo era como cortarle las alas y ahí estaba el truco: había que volar de nuevo. Y supo como conseguirlo. Y es que al final, esa es su esencia.
Hablar de Joan Mir, es hacerlo de un piloto que sabe muy bien quien es, que quiere y como conseguirlo. Pensó en sus errores, aprendió de ellos en cada ocasión sacando una nueva lección y valoró todas sus imperfecciones hasta que el sacrificio de ayer, se convirtió en el título que ha cerrado en Australia.
Y ahora solo le toca crecer. Seguir creciendo. Y no hablamos de estatura porque va bien servido con su 1,78. Hablamos de su recorrido en el mundial, de la historia escrita y la que queda por venir después de dejar atrás una categoría, donde tus rivales son quienes te hacen grande. O por lo menos te exigen hacerlo si quieres llegar a lo más alto.
Tanto es así que la regularidad de un piloto que, en lo que va de temporada, tan solo no puntuó en Motegi, ha sido una de las claves que le han llevado a terminar el año de la misma forma que empezó para él: en lo más alto.
Mir ha conseguido brillar por encima del resto en una temporada, en la que por poner un foco de luz oscura habría que fijarse en los sábados, donde el piloto del Leopard no ha conseguido ninguna pole. Pero los puntos se reparten los domingos y al final, son los que te hacen campeón. A la vista está.
Sin embargo, en una campaña que roza la perfección, lo mejor es darle a esto un cambio de 180 grados y ver, que el español se ha convertido en el primer piloto de Moto3 en proclamarse campeón sin arrancar en ninguna prueba desde la primera posición. Algo que no sucedía en la cilindrada pequeña desde 1999 cuando Emilio Alzamora se alzó con el título del octavo de litro.
A sus 20 años, y tras una temporada en la que cabe resaltar su talento, inteligencia y un carisma con el que también cuenta fuera de la pista -otro capricho de genio-, Joan Mir se ha convertido en el campeón con más triunfos en una misma edición de Moto3.
Ante él, en un año donde el español siempre ha brillado con luz propia, solo le queda batir la cifra de 10 triunfos en la categoría pequeña el cual, ostenta en su poder otro genio de las dos ruedas con el que también se le llega a comparar: Marc Márquez.
Con el presente escrito, el futuro está en manos de un piloto que, aunque acaba de llegar, ya ha sellado su nombre en la historia de este deporte y también, en la lista de proyectos ambiciosos que buscan al mejor hombre para convertirle en una leyenda, que empieza a forjarse en forma de 'miracle'.
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