La mitología está repleta de historias legendarias, increíbles y con un fondo aplicable a muchas situaciones del día a día de todo el mundo. Uno de los mitos más conocidos es el del Ave Fénix. Cuenta la leyenda que, un día, existió un pájaro, nacido del árbol del Eden que, tras resistir a la tentación de morder el fruto del árbol, fue dotado del don de la inmortalidad y de resurgir de sus propias cenizas.
En la parrilla de MotoGP, si hay alguien acostumbrado a resurgir cuando todos le dan por muerto es Dani Pedrosa, uno de los competidores que más discusiones y polémicas ha suscitado en los últimos años. Muchos detractores que opinan que, tras 11 años sin ganar con una de las mejores motos de la parrilla, el de Castellar del Vallès no merece seguir pilotando esa montura, que ha llegado el momento de dar el relevo. Otros, debido a las importantes limitaciones físicas que padece debido a su poca estatura y peso, le dan mucho mérito al rendimiento que ha dado Dani estos últimos años.En cualquier caso, lo innegable es que, en las últimas tres temporadas, el rendimiento de Dani no ha sido el que se espera de un piloto de su talla. La irregularidad, en ocasiones causada por las lesiones y en otras por las limitaciones técnicas de la Honda, ha lastrado al piloto de Castellar del Vallès. Para revertir esta dinámica, tras tocar fondo en 2016 cuando completó su peor temporada desde que está en MotoGP, Pedrosa tomó las riendas y dio un giro de 180 grados a su entorno, buscando un cambio de rumbo que le devolviera la motivación y la frescura que le había faltado en años anteriores.
Dos nombres. Sete Gibernau y Giacomo Guidotti. Estas dos piezas han guiado a Dani hacia una nueva dimensión, fuera y dentro de la pista respectivamente. La experiencia de Gibernau, uno de los pilotos más carismáticos de la historia del motociclismo español, unida a los conocimientos técnicos del ingeniero italiano, han devuelto la ilusión a un Pedrosa que, tras un inicio de temporada marcado por las dificultades y la caída de Argentina, volvió al podio con su tercera posición en Austin. No lo pisaba desde el pasado 11 de septiembre, cuando maravilló al mundo con una soberbia remontada y posterior victoria en Misano. Pero el del pasado domingo no fue un podio más, fue el resultado que consolida la buena impresión mostrada por Dani a lo largo del invierno y que, por una cosa o por otra, no había podido demostrar hasta ahora. La sonrisa que el español luce desde hace semanas se plasmó indicaba que algo había cambiado en Dani, pero faltaba materializar ese optimismo.
Los neumáticos, la piedra angular del cambio
Más allá de los cambios de entorno, una de las claves que definen la mejora de Pedrosa esta temporada pasa por los neumáticos. En 2016, tras los problemas que surgieron en las Ducati, Michelin optó por una vía conservadora, endureciendo todos sus compuestos. Esa decisión sentenció a Dani, condenado a equipar los mismos neumáticos que pilotos como Redding o Baz, que pesan bastante más que el pequeño piloto del Repsol Honda. De ahí que Pedrosa fuera incapaz de meter temperatura a las gomas a la misma velocidad que sus rivales, algo que notó sobre todo en las clasificaciones, donde no logró ninguna pole en toda la temporada y sus resultados fueron más que discretos.
De cara al 2017 Michelin volvió a los orígenes, dando a los pilotos unos neumáticos con compuestos algo más blandos para evitar las diferencias vistas en 2016 y abrir el abanico para todos los competidores. Y ahí, el piloto que más se ha beneficiado de este cambio ha sido Dani Pedrosa. Ya en invierno se dejó ver entre los cinco primeros de forma casi permanente, y con el arranque del Mundial, siguió esta misma línea. Una mala gestión de las gomas en Qatar y una desafortunada caída en Argentina no impedía al de Castellar del Vallès brillar al nivel que se espera de él, pero Austin, un circuito que siempre se le ha dado bien, fue el escenario del resurgimiento.
Ambición y determinación
Si algo ha caracterizado al piloto del Repsol Honda a lo largo de su extensa trayectoria es que, cuando tiene el día, se le nota. Muchas de sus victorias se han fraguado ya desde la salida, uno de sus puntos fuertes históricamente y que últimamente, debido a las malas posiciones en parrilla, no había podido lucir. Esa buena partida daba paso a un ritmo infernal, difícil de seguir para los rivales, pero la irregularidad en su rendimiento debida a los neumáticos y a una puesta a punto no siempre perfecta hacían que raramente tuviera esa posibilidad. Hoy, con el ostensible aumento del nivel en la categoría debido a la llegada de pilotos como Márquez o Viñales, ese escenario es más difícil de aplicar, sin duda.
En Austin, pero, todo cambió. Desde la cuarta posición, Dani se puso primero ya en la primera curva, superando por el exterior a su compañero Marc Márquez. Parecía que el de Cervera daría cuenta de él fácilmente, pero el ritmo de Dani el pasado domingo le permitió aguantar con solidez durante casi la mitad de la carrera en cabeza, algo inaudito en las últimas temporadas. Una de las bases de esa solidez en el liderato fue una vieja conocida del piloto de Honda: la finura a la hora de levantar la moto. Marc Márquez a duras penas podía seguirle la estela en la eterna recta de Austin.
Solo la exagerada degradación del neumático delantero de su Honda, más blando que el de su compañero, impidió a Pedrosa aguantar el segundo puesto, que se llevaría finalmente otro renacido, Valentino Rossi. Lo importante para Dani, más allá del resultado, es la sensación de que vuelve a ser el mismo de hace años, ese piloto que quería liderar, que vendía cara su piel y que no se rendía.
Jerez es la próxima piedra de toque para ver si el rendimiento visto en Austin es flor de un día o ya es una realidad. La diferencia respecto a su compañero se ha reducido sensiblemente esta temporada. Este año, con todos los cambios, Pedrosa vuelve a ser joven, ha recuperado la motivación por luchar y ha mejorado, y de qué manera, sus sensaciones encima de la Honda, esa que el año pasado llegó a desesperarle en más de una ocasión. Pase lo que pase a partir de ahora, la realidad es que Dani Pedrosa sigue siendo uno de los "Fantásticos" de la parrilla de MotoGP. Y que dure.
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