Bristol
La prueba fue al estilo de la Daytona 500. La lluvia interrumpió el transcurso de la misma, y la amenaza de una posible llovizna aumentó el estrés en el grupo, dejándonos una carrera vistosa y con muchas alternativas. Carl Edwards salió vencedor en el estadio del motor de Thunder Valley tras que Matt Kenseth sufriera incidentes de diversa índole que le alejaron de un triunfo que a priori parecía suyo.
La carrera se decidió a falta de tres vueltas para el final, cuando desde la torre de control -que no dirección de carrera- se apretó por causas alegadas a las gotas que empezaban a caer sobre Bristol el botón que iluminaba los paneles del circuito. Era la vuelta 497 y la prueba terminó bajo las luces y con una temperatura bastante fresca.
Los más damnificados de una tarde-noche loca fueron Kurt Busch o Kevin Harvick, especialmente este último que golpeó con dureza el muro tras reventar motor de forma espectacular. El #4 de Stewart-Haas no tiene suerte, esa que le acompañó en Phoenix y que le permitió ganar con soltura la segunda cita del año.
Fontana
Por suerte en esta ocasión el tiempo acompañó, aunque la variante del suspense lo pusieron desde otro sector. Las gomas Goodyear fueron un dolor de muelas para todos los equipos. Dichos equipos siguieron las directrices del fabricante de neumáticos de poder usar un poco más de inclinación negativa -el llamado cámber- y eso provocó un excesivo estrés en la goma trasera izquierda, que en Fontana sufre mucho por el poco peralte y por las cargas laterales elevadas.
Este hecho dejó al grupo un poco como en Indianápolis 2009, carrera en la que las gomas se derretían literalmente, e incluso entraban en combustión si permanecían al sol tras ser usadas en pista. En Fontana la temperatura no era tan extrema, pero si los percances en pista. Hacia la parte final llegaron a reventar cuatro neumáticos en un margen de 3 vueltas: Jimmie Johnson, Marcos Ambrose, Sam Hornish Jr. (sustituyendo al convaleciente Denny Hamlin en el Toyota Camry #11) y Clint Bowyer, que provocaría la aparición de la bandera amarilla definitiva.
Bajo esa neutralización el 90% del grupo paró para ir con seguridad a por el Green-White-Checkered. Landon Cassil, en un todo o nada, arriesgó y se quedó en pista, pudiendo liderar vuelta y coger valiosos puntos de cara a la repartición de dinero a final de año. Eso sí, no le duró ni dos metros el liderato. El grupo de expandió cual bandada de pájaros y engulleron a Casill. Por delante, Tony Stewart y Kurt Busch peleaban por el liderato, pero la pareja de Kyles (Kyle Larson y Kyle Busch) llegaba como una exhalación.
Al empezar la última vuelta tanto Stewart como Kurt Busch eligieron una trazada más abierta, y eso lo aprovecharon los Kyles para situarse en cabeza con más inercia, dejando atrás al grupo perseguidor. Larson venía de ganar el día anterior la carrera de Nationwide, así que la motivación existía, pero no fue suficiente. Kyle Busch se anotaba una victoria que le sitúa como uno de los elegidos provisionales de cara al Chase 2014, tras un gran duelo -y venganza por el día anterior- con el novato Kyle Larson y su Chevrolet #42.
Este fin de semana se correrá en Martinsville, el trazado más corto e histórico de la NASCAR. A las 19:15 hora española se dará el banderazo verde para la sexta prueba de la NASCAR Sprint Cup Series 2014, y todo apunta a que la meteorología acompañará.
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