Definitivamente era un fin de semana para estar contento. Los dos sitios que se pisaron fueron catedrales del motorsport en tierras Americanas. Texas y Rockingham. Uno es de los óvalos más veloces que existen. El otro, simplemente echa atrás a unos jovencitos en camionetas.
Kyle Busch, el primero en dar la campanada
Era la madrugada del viernes al sábado. Quizá es raro tener una prueba a horas tan tardías, y la diferencia horaria produce este desfase de tiempo. Pocos fueron los que se aventuraron a ver la Nationwide, y por una vez se les puede dar la razón.
Las miradas fijas en el asfalto tejano no se convertían en maniobras arriesgadas. Una carrera muy táctica que incitó a Kyle Busch y a muchos de los pilotos Sprint Cup que participaron en susodicha prueba. El #54 volvió a demostrar que si su Toyota está a la altura de las circunstancias, no hay rival. Curiosamente, la Nationwide antes se llamaba Busch Series. Un nombre que se podría adaptar ahora mismo sin problemas.
A lo largo de la carrera, hubo varios incidentes. Pero el más curioso fue el de Eric McLure. ¡El #14 se bajó del vehículo por problemas intestinales! Pensaréis: ha habido otras personas que lo han hecho a lo largo de la historia, en otras categorías. Sí, pero la curiosidad es que aquí no se beneficiaba al piloto, ¡si no al coche!
En NASCAR los coches consiguen puntos también, de forma que el equipo de mecánicos se ve beneficiado de cierta forma. En este caso, puntuó el #14 por medio del sustituto, Jeff Green. Otro ejemplo es el caso del #11 en Sprint Cup. Los puntos que sume Brian Vickers durante los próximos cuatro fines de semana serán para Joe Gibbs, no para el propio piloto.
Dentro de los puntuables de Nationwide, el peor parado fue Sam Hornish Jr. El líder del campeonato se vio involucrado en uno de los muchos trompos de Richardson, llegando a tocarse con el #23. Dañada la parte traser, que le provocaría un bajón de presión en las gomas y en la clasificación. Eso lo aprovechó Regan Smith, con el #7, para acercarse a un par de puntos del de Penske.
¿Repetimos?
En Sprint Cup, era el momento de salir a rodar en la noche tejana. Atardecer molesto para los pilotos y de golpe, un haz de luz hacia el Victory Lane. Todos querían seguirlo, pero sólo puede llegar uno. La competitividad en NASCAR es tan alta que los pilotos esperan para ganar en ciertos circuitos.
Aunque a Kyle Busch eso le sea un poco superfluo. El de Las Vegas lleva una temporada dorada, con actuaciones de su categoría. El año pasado se quedó a las puertas de un Chase soñado por cada uno de los cuarenta y tres pilotos que forman las parrillas NASCAR. Este año, quiere no sólo entrar en el curioso play-off, si no que además quiere llevarse la copa Sprint.
Para ganar en Texas, tuvo que sudar sangre, aunque a una distancia prudencial. Liderando el mayor número de vueltas se asegura un mínimo de dos puntos. Aún así, puede aparecer alguien en los últimos metros que venga a fastidiarle la marrana al de Joe Gibbs. Irónicamente, sucedió al revés.
Martin Truex Jr. , batiéndose a duelo con su propio fantasma, abría espacio con el resto de participantes. Era el más rápido en pista y con los doblados. Estaba a tocar de una victoria que le auparía en la general e incrementaría sus opciones de entrar en el Chase. Pero pasó algo que le dejó muy molesto.
Al acabar la carrera, el de Waltrip Racing decía por Twitter: "Debris, ¿huh?" Los debris son los restos, y por ellos salió una amarilla que dejó a Kyle Busch en posición de intentar un pit-stop suicida. Bueno, no fue suicida del todo. El mejor pit-stop a cuatro gomas del día. Doce segundos que le pusieron en cabeza del pelotón y que aprovechó para tirar como un descosido. Otra más para Kyle Busch, el segundo en repetir victoria tras Jimmie Johnson.
Pero no sería lo único que se decidiría "fuera de la pista". Keselowski se encontraba en segunda posición del campeonato tras Texas, pero los incidentes con las suspensiones de los coches de Penske - él y Logano - les han salido caras. 25 puntos para ellos y 100.000$ de multa a sus respectivos jefes de mecánicos - los crew chief-. A parte, ambos están suspendidos séis meses y puestos en periodo de prueba.
Kyle Larson lo parte en La Roca
Kyle Larson demostró el por qué está en la Nationwide sin necesidad de pasar más allá de un par de carreras por la Truck Series. La experiencia es un grado, y este chaval absorbe cuál esponja. Aunque a bote pronto puedan parecer imaginaciones mías.
Al finalizar el año, Larson fue en parte decisivo en el título de las Camping World Truck Series. Era uno de esos muchos que van metiendo la cabeza en el cubo de la fama, pero esta vez fue por un motivo un tanto perjudicial a su persona. Se cargó a Ty Dillon, dejándole sin opciones. Desde "suicida" a "agresivo por naturaleza", le llovieron las críticas. No las negaré, pues el joven Kyle tiene esa garra típica de los sureños americanos. Ganas de repartir estopa.
Pese a esa agresividad que le ayuda a ganar aficionados cuando salen las cosas bien, el otro día en Trucks dio un recital. ¡No hace ni ocho meses desde que tuviera el incidente con Dillon y ya domina! Mientras, otro jovencito sufría lo que el propio Ron Hornaday ha dictado como lección. Ron empujaba a Wallace Jr. y lo enviaba al muro. Así se aprende en la NASCAR, como Kyle Larson hace.
Lo dicho, este chaval es una esponja y, en La Roca, dio una lección tanto a viejos como a jóvenes, llevándose la victoria, unas perrillas muy necesarias en la NASCAR y la moral subida. Cosas del momentum que llaman en América. Y eso que, como la NASCAR, Larson fue a caballo entre Texas y Carolina del Norte.
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