En la negra noche, se cuenta que se reunían cuarenta y tres personas tras el toque de queda. Alrededor de una construcción de cemento, asfalto y demás materiales, disputaban carreras por ver quien era el más rápido. Unos jóvenes, otros veteranos. Pero con la misma objeción: alcanzar la gloria tras tropecientas vueltas.
Y es que la NASCAR se basó en eso. Carreras ilegales entre traficantes de alcohol durante el periodo de la Ley Seca. Tras la re instauración del alcohol en la sociedad americana, los vehículos adaptados se reunían para correr en pistas de arena. Y, no podía faltar la noche.
Esta es la segunda prueba que se disputa bajo los focos tras la pasada NRA 500 en Fort Worth. Esta vez, había luna llena. Tapada por las nubes, pero se discernía el perfil nacrado del astro. Un perfil que adoptó Kevin Harvick para derrotar a la oscuridad.
La noche es oscura, y alberga horrores
Enfrascados en un pequeño frasco de asfalto, los espíritus de los tres dragones descansaban. Aún no se habían despertado, y empezaba a caer la noche. Los había de todos colores. Blancos, rojos, negros, azules. Para escoger y apostar. La cita nocturna permitiría ver las llamas de su interior. Y cuarenta y tres corazones palpitaron a la vez.
Kevin Harvick, decide montarse en un Chevrolet blanco. Normalmente el rojo sangre de su dragón #29 emana destellos desde cualquier parte del trazado, pero hoy tocaba ir de blanco. Sería de los más fáciles de distinguir en el óvalo de tres cuartos de milla. Dentro del otro cupo de coches blancos, Johnson también invertía su Chevy SS.
El color verde era el que ondeaba esta vez. Todos, en masa, estrujaban a sus bestias. Unos pisotones que las hacían rugir de rabia. La velocidad era alta, mientras el contador subía. El sudor bañaba la piel de los reunidos en Richmond. De forma milagrosa, la naturaleza les había dado la habilidad para no causar mucho revuelo en pista. Amagos de trompo y restos fueron la causa de mayor parte de las interrupciones. Hasta pasado el 75%, las cosas no se endurecieron.
Blanco contra negro
Por ese entonces, la estrategia había sido muy pareja a todos los niveles. Exceptuando algún pinchazo y varios problemas, parecía que la carrera se decidiría por fuel gamble. 110 para el final y todos paran en una amarilla. Eso dejaba por delante a Kurt Busch, pero nadie contaba con lo que sucedería vueltas después.
Juan Pablo Montoya vestía de negro. Entre las sombras de las banderas amarillas y verdes, así como de los líderes, el colombiano se había situado en una bonita posición de top-10. Era su día, nadie le veía pasar y nadie le impedía ir rápido. Los gnomos, desaparecían entre las fauces del dragón de Ganassi. Una noche mágica en Virginia, quería que se acabara de completar. Por eso, arriesgándose y siendo un tanto brujo, decidió quedarse fuera en una amarilla a poco más de ochenta para el final.
Eso le daba una primera posición y la oportunidad de volver al pasado. Un viaje en el tiempo breve que marcaría el futuro. Desde el año 2000 que Montoya no había conseguido llegar al Victory Lane en un trazado oval. Trece largos años que podían acabar en Richmond, la tierra de la caza de brujas. Era momento de sacar la horca y la antorcha. Momento de camuflarse en el negro y detener la sangría de carreras sin ganar.
Lo que no adelantó fue que Kevin Harvick, que recibiría la fuerza de la luna. La oscuridad y la luz enfrentadas. Dos Chevrolet destacaron entre el grupo, y uno era negro y otro blanco. El oscuro tomaba la delantera, devorando vueltas y doblados, mientras a su vez lanzaba los restos a su competidor de color claro.
Pero lo que nadie esperaba era que el dragón morado de Vickers se fuera al muro por pinchazo. Los Toyota, que habían empezado dominando, se diluían entre el fuego persistente de los Chevrolet. En el momento del accidente de Vickers, Montoya y su Ganassi negro disfrutaban de un paradisíaco combate a distancia. Pero la falta de fuerzas en el alado dragón oscuro del colombiano, entre muchos otros, provocaron que una estampida invadiera el pit-road.
Jeff Burton, junto a otros atrevidos, mantenían las alas desplegadas, con unas bestias rugiendo a menor ritmo y volando a menor velocidad. Se acercaba la última bandera verde. El dragón blanco de Harvick cogió aire. Y se encendió todo. Harvick, sin haber liderado una mísera vuelta en Richmond, se encontraba en primera posición tras adelantar a cuatro pilotos. Última vuelta, y era momento de encender el asfalto con trompos.
Mirando al grupo, pocos eran los que no lo habían encendido en su defecto. Pero claro, en el momento menos indicado. Jimmie Johnson salvaba un top-20 tras un incidente con Tony Stewart. Ambos, trompearon, dejando una ristra de humo y caucho quemado por la fuerza de los motores.
Al final, Montoya, con el dragón algo tocado moralmente, acabó en una muy buena cuarta posición. Ayer no pudo hacer más, los astros se habían alineado y apostado. Al blanco esta vez. Harvick, con un #29 grabado a fuego, iluminó la noche americana.
Resultados Toyota Owners 400
1. Kevin Harvick - Bell Helicopter / Chevrolet
2. Clint Bowyer - Toyota Care / Toyota
3. Joey Logano - Shell Pennzoil / Ford
4. Juan Pablo Montoya - Depend / Chevrolet
5. Jeff Burton - Bulwark / Chevrolet
6. Carl Edwards - Geek Squad / Ford
7. Matt Kenseth - Dollar General / Toyota
8. Aric Almirola - Smithfield / Ford
9. Kurt Busch - Furniture Row Racing / Chevrolet
10. Dale Earnhardt Jr. - National Guard / Chevrolet
11. Jeff Gordon - Drive to End Hunger / Chevrolet
12. Jimmie Johnson - Lowe's Dover White / Chevrolet
13. Paul Menard - Menards / Chevrolet
14. AJ Allmendinger - Phoenix Construction / Chevrolet
15. Ryan Newman - Outback Steakhouse / Chevrolet
16. Ricky Stenhouse Jr. - Zest / Ford
17. Martin Truex Jr. - NAPA Brakes / Toyota
18. Tony Stewart - Mobil 1 / Chevrolet
19. Bobby Labonte - Bush's Beans / Toyota
20. David Ragan - CSX / Ford
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24. Kyle Busch - M&M's / Toyota
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29. Danica Patrick - GoDaddy.com / Chevrolet
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33. Brad Keselowski - Redd's Apple Ale / Ford
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