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DEPORTIVO PURO

Alfa Romeo 4C: prueba de conducción

La verdadera naturaleza del Alfa 4C solo se descubre a sus mandos.

Sergio J. Cabrera

30 junio 2014 23:59

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Alfa Romeo 4C: prueba de conducción

Alfa Romeo 4C: prueba de conducción

El 4C de Alfa Romeo destaca por sus cifras y especificaciones, tanto por lo inusual de sus características en su segmento, donde nadie recurre a un bastidor tan avanzado, como por los brillantes datos prestacionales que arroja el nuevo biplaza italiano.

Pero estudiar sus números no descubre la verdadera naturaleza que esconde el pequeño Alfa. Tras su cuidada estética, más propia de un deportivo de bulevar, se esconde una auténtica bestia, más destinada a circuitos que muchos de los deportivos consagrados del mercado actual.

Auténtico

En primera persona sorprende lo compacto de su tamaño, a pesar de que las imágenes y vídeos oficiales que han inundado la red desde su nacimiento, su escasa altura y longitud contrastan con su más que respetable anchura para su tamaño, dotándolo de una estampa tan agresiva como curiosa.

Alfa Romeo 4C: prueba de conducción

Ya que las líneas maestras de su carrocería ensalzan tanto los rasgos deportivos, marcando exageradamente la línea circundante de las ruedas, como las líneas de estilo tan bien planificadas y estudiadas, como es costumbre en los productos italianos.

Su interior es el primer aviso de que no se trata de simple maquillaje visual, el marco de la puerta ya muestra la fibra de carbono al desnudo en varias zonas, a la vez que acceder al bajísimo habitáculo nos recuerda que hubo un tiempo en el que los deportivos no nacían para ser exhibidos, sino conducidos.

Al momento de arrancar llega la primera sorpresa, a pesar del limitado cubicaje del motor, su sonido, claramente estudiado, nos muestra unas notas mucho mas roncas y graves de lo que esperábamos dada su cilindrada, casi como advertencia de lo que el 4C aguarda para el afortunado que pueda introducirse, que no subirse, a el.

Alfa Romeo 4C: prueba de conducción

En el habitáculo, de espacio suficiente para pilotar, revestimientos de piel y plásticos de varias tonalidades terminan el trabajo estético de su diseño. Y tras el volante, un tablero de instrumentos digital, que cambia de color en función del programa escogido en el selector DNA de Alfa.

Conducción

El 4C ni se lleva ni se conduce, sino que se maneja o pilota. Sin necesidad de solicitar potencia, el fuerte ronroneo constante tras la espalda del piloto nos hace ser consciente de que no estamos a los mandos de un turismo cualquiera.

Su extrema rigidez, la sequedad de sus reacciones y por encima de todo, la brutal e inmediata capacidad de aceleración, hacen sentir al 4C como si tuviera muchísimos más de los 240 caballos que homologa la marca.

Alfa Romeo 4C: prueba de conducción

Una vez puestos en movimiento la falsa percepción de deportivo de paseo o de escaparate tecnológico desaparece inmediatamente, descubriendo que estamos ante una máquina nacida única y exclusivamente para disfrutar de la conducción deportiva. En los cambios de apoyo se nota la contundencia del bastidor y la suspensión, diseñados con el único fin de ser eficaces dinámicamente.

El motor responde a la mínima con un rugido más propio de otra época, aumentando las sensaciones de estar más que en un deportivo en un modelo de competición sin concesiones, gracias sobre todo a la extrema ligereza del conjunto, ya que como solía decir Colin Chapman, "si añades 50 caballos serás más rápido en recta, pero si eliminas 50 kilos serás más rápido en cualquier parte".

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