Hablar de KTM hasta hace poco ha sido sinónimo de hablar de una de las mejores marcas de motocicletas. En 2008, el fabricante austriaco decidió embarcarse en la aventura de construir un vehículo de cuatro ruedas, el resultado fue el espectacular KTM X-Bow. Ese primer modelo guardaba bajo el capó 241 CV de potencia.
Después del éxito de esta creación, KTM ha renovado algunas aspectos de este peculiar vehículo, creando una segunda versión que recibe el nombre de KTM X-Bow GT. A pesar de las dificultades técnicas y por las que os tenemos que pedir disculpas ya que no tenemos fotografías del momento, Motor&Racing ha tenido la oportunidad de probar este espectacular deportivo. Una ocasión casi única de ponerse a los mandos del X-Bow por las carreteras del Vallès Occidental, donde pudimos comprobar la gran maquina que han construido. Más que nunca, os tenéis que fiar por las sensaciones que recogimos.
Simplemente espectacular
Las sensaciones que da un vehículo de estas características no dejan indiferente a nadie, sobre todo porque el X-Bow no cuenta con ningún tipo de ayuda electrónica, al menos como la conocemos en un vehículo más habitual. La potencia, ese término tan abstracto y a la vez tan real en este modelo, la tienes que medir con el más sutil de los tactos en tu pie derecho, sensación muy parecida a la que se obtiene cuando se pisa el pedal del freno, fuerza trasmitida para detener el mundo. En ambos casos, el cuerpo de piloto y copiloto reciben la presión de las fuerzas G, capaces de pegarte contra el asiento al acelerar y parar tu inercia en seco.
Estar sentado tras el volante de este gran X-Bow GT es lo más cercano que se puede estar de la conducción puramente deportiva y por momentos parece que tuvieras delante de ti un circuito. Pese a parecer un vehículo pequeño e incomodo debido a que el habitáculo está reducido a la mímina expresión y los ocupantes se sitúan en un lugar muy cercano al suelo, el KTM X-Bow GT se adapta muy bien al cuerpo de los pasajeros, siendo un vehículo bastante más cómodo de lo que parece. Esta posición de los ocupantes refuerza un centro de gravedad bajo que permite ser a este modelo todavía más ágil de lo que era la versión de 2008.
Tras tener unos problemillas para arrancar la unidad de prueba, ya que el sistema de encendido es bastante complejo e implica apretar varios botores de manera protocolaria, nuestro particular test de este KTM X-Bow GT nos llevó a recorrer algunas carreteras nacionales de la comarca del Vallès Occidental, aunque no perdimos la oportunidad de meterlo en una autopista. A máxima velocidad, por momentos te olvidas de que vas pilotando un biplaza sin techo, ya que la membrana anti-turbulencias cumple su cometido a la perfección.
En carreteras nacionales más reviradas, evidentemente llegó el momento del máximo disfrute y donde más pudimos sentir esas sensaciones que os hemos venido comentando, donde más afinamos nuestro tacto con el acelerador y el freno y en definitiva, donde pudimos comprobar las bondades y agilidad de este modelo. Como le hubiera pasado a cualquier mortal, la prueba se nos quedó corta, quizá tan corta como su ínfima guantera, pero esos son detalles que no se tienen en cuenta cuando apagas el aire acondionado a pesar del sofocante calor, para disfrutar de toda la fuerza del motor TFSI.
Se podía hacer mejor y se hizo
Respecto al primer modelo de 2008, KTM ha conseguido mejorar sus prestaciones y es algo que se nota desde el puesto del conductor. Con un motor TFSI de dos litros turboalimentado, este pequeño juguete, con perdón de la expresión, rinde hasta los 285 CV, cifra para nada despreciable si tenemos en cuenta que su peso es de tan sólo 847 kilogramos, lo que le convierte en una máquina que está a una altura donde muy pocos vehículos pueden llegar y que nos ha hecho disfrutar mucho.
El chasis del biplaza austriaco se compone de un monocasco de fibra de carbono de tan solo 80 kg, a los que se le unen los asientos y cinturones de cuatro puntos de anclaje, lo que colabora en esa sensación de ir volando sobre la carretera. En la parte superior incorpora dos barras antivuelco, que evitan en caso de accidente del vehículo que los ocupantes toquen con la cabeza el suelo, porque la seguridad no está reñida con la deportividad.
En cuanto al frontal, el X-Bow cuenta con un parachoques de carbono y aluminio que cumple con las especificaciones de campeonatos como el FIA GT y Formula 3, demostrando una vez más que este modelo no es apto para cualquiera y que desborda deportividad por sus moldeados e ínfimos costados. Visualmente parece un coche destinado a la competición y de hecho hay una categoría monomarca dedicada a este modelo, pero 'vivirlo' desde dentro es otra experiencia, aunque en esta ocasión la buena fortuna no quiso acompañarnos en este viaje y retratar el momento de la prueba.
Por supuesto, no queremos dejar de agradecer a Sergio Borrell y a todo el equipo de KTM X-Bow España la oportunidad que nos brindaron de probar este modelo.
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