Retomando el análisis de la conducción respecto de las ayudas electrónicas, los modos disponibles en el BRZ de caja de cambios automática permiten hasta cinco combinaciones diferentes. Conjugándolos, las sensaciones que me transmitieron tuvieron diferencias mínimas. Salvo en contadas ocasiones pude apreciar comportamientos significativamente diferentes. Me quedo con que, la selección con la que me sentí más agusto, fue con el modo Sport y todas las ayudas conectadas.
Independientemente del riesgo que conlleve la desconexión de éstas, cuando el BRZ cuenta con todos sus sistemas activos, el coche transmite una tranquilidad, previsión y facilidad de corrección de la maniobra que me hace sentir seguro haga lo que haga. Permite disfrutar de la conducción amparado en la tranquilidad que da el saber que no estás solo cuando más puedes necesitarlo.
También, respecto a los elementos que intervienen en la conducción, el vehículo que nos prestaron disponía de un cambio automático con levas tras el volante, las cuales permitían con un toque a cualquiera de las palancas cambiar de automático a manual cuando fuera preciso.
Si algo me sobresaltó en el momento en que me encontraba en una de las primeras curvas que abordé, fue no encontrar la leva izquierda donde creía debía estar, justo cuando la necesita. Esto se debe a que giran con el propio volante, es decir, no son fijas en la columna de dirección sino que siguen el movimiento del propio volante donde se enclava.
Aprendido esto, algo que tampoco es el punto fuerte del BRZ con cambio secuencial es la respuesta de la caja de cambios ante el "toque de leva". Si bien subir de marchas puede no requerir tanto esa inmediatez, cuando reduces y tocas la del ( - ), desde que pulsas hasta que escuchas cómo ha reducido, tu cerebro ha realizado el cambio al menos dos veces (maldito cambio F1 de Ferrari). Es decir, no es rápido engranando marchas. Hubiera preferido la unidad con cambio manual con la tradicional palanca ya que seguro que me hubiera sentido más cómodo en todos los aspectos. Cuestión de gustos personales.
Esta caja automática no es mala, para nada, es suave, no se siente en absoluto tirón o salto alguno pero no es todo lo rápida que debería ser para un coche concebido para disfrutar de una conducción deportiva o, al menos como la que hicimos en la prueba, dinámica.
Esa suavidad queda patente también en la suspensión, cuyo ajuste ha logrado un equilibrio óptimo entre efectividad y comodidad. Circulando por carretera general, donde los frecuentes desconchones son demasiado habituales, calca a la perfección la geografía del terreno sin que ocurra como con suspensiones más rígidas que acaban saltándote los empastes. Igualmente tuvimos la oportunidad de atravesar zonas urbanas con toda suerte de resaltos o badenes y, hasta los de inclinación moderada, los absorbe perfectamente sin tener que reducir a primera.
En zonas de giros donde una suspesión flotante puede hacerte pensar que no circulas sino navegas, el coche regula a la perfección la balanza de pesos, energias e inercias y el apoyo interior del cuerpo en los asientos te facilita maniobrar la exquisita dirección, la guinda del pastel que es el BRZ.
Es precisa, efectiva, pones el coche donde tu vista lo quiere situar solo con ejercer la fuerza justa para girar el volante. De verdad, una delicia. Enlazar curvas rápidas con una dirección como la del BRZ es realmente divertido. Si a esto añadimos el soberbio motor, la efectividad de la suspensión, el reparto de pesos, el aplomo del coche sobre el asfalto, la comodidad y adecuación de la posición del conductor, la visibilidad absoluta, la seguridad que transmite y ese sonido absolutamente racing, el resultado es un coche de ensueño llamado Subaru BRZ.
Por el precio con el que sale al mercado el BRZ, desde 29.900 Euros, disponible a final de año, estoy convencido que no hay nada en el mercado actual que resulte tan apetitoso, nada. Posiblemente hubiera que dirigir la atención a coches más caros, de mantenimiento más costoso y con extras como seguro o impuestos y demás que multiplicarían el precio del vehículo.
Definitivamente, el BRZ es un deportivo de ensueño que puede estar al alcance de muchos. Sinceramente, no tengo palabras suficientes para felicitar a Subaru por este vehículo. Solo puedo darle las gracias. Gracias por revivir un concepto tan puro y emocionante, gracias por crear una joya de orfebrería, un juguete para las curvas y un devorador de autopistas, gracias por combinar deportividad y confort, gracias por darnos un deportivo con unas prestaciones y un comportamiento por un precio tan razonable. GRACIAS POR EL BRZ.
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