Sin entrar en elementos secundarios o aspectos intrascendentes en el uso y disfrute de ambos, analizaremos qué diferencias significativas hemos notado entre el antecesor y el predecesor, entre el ayer y el hoy, entre el STI 2011 y el STI 2015.
Estéticas o de habitabilidad
En cuanto a la carrocería, y que cada cual juzgue cuál le gusta más, son más que significativas y visibles las diferencias externas tanto en el frontal como en la zaga pero quizá la que es a peor sea la antena de aleta de tiburón, si bien las antiguas de alambre se ven desfasadas, ésta nueva no mejora la imagen.
En el interior, aunque es obvio que es un detalle, los nuevos Subaru traen el arranque por botón "Star/Stop", esto supone un cambio en la llave que ahora es de proximidad, mientras que en el anterior era con espadín (aunque éste sigue estando integrado de forma muy inteligente en el mando pero oculto, sale pulsando un discreto botón de "Push") y el bombín donde iría la llave para arrancar sigue estando pero ha sido tapado por una cubierta poco discreta que queda alejada de la calidad del resto del vehículo.
Es cómodo acercarse al vehículo y que éste desbloquee la cerradura pero no es efectivo cuando solo quieres comprobar que has cerrado la puerta puesto que, al introducir la mano por el tirador, sistemáticamente la puerta se abre.
El nuevo volante es más ergonómico, se agarra y maneja mejor pero la placa de plástico metálica donde aparece ahora el logo de STI hace poco justicia al precio, sin embargo los ajustes del modo, volumen, control de crucero y velocidad mejoran en cuanto a facilidad de uso gracias a un simple movimiento de subida o bajada de las palancas que los controlan.
La pantalla del sistema de entretenimiento y navegación se encuentra más baja que antes ya que ahora se sitúan por encima las salidas del aire para la climatización y esto propicia que, si estamos siguiendo las indicaciones de una ruta marcada en la pantalla, desviemos muy hacia abajo la mirada, llegando a perder referencia visual de lo que tenemos delante de nuestro vehículo.
Por otro lado, el pequeño ordenador de a bordo que antes se situaba encima de la consola y que tan solo indicaba de forma permanente temperatura ambiente, consumo y hora, ha sido sustituido por un completo pero quizás demasiado amplio menú de parámetros (presión del turbo, diferentes valores de consumo, hora y temperatura -dos veces-, reparto de la tracción...) y que viene a ser donde se recogen las imágenes de la cámara posterior, perdiendo visibilidad respecto al anterior puesto que en éste aparecían en la pantalla del sistema de entretenimiento la cual es mucho más grande que la del nuevo.
El asiento tipo baquet de la versión 2011 agarra muy bien pero es cierto que las orejeras que sujetan los costados a veces interfieren en el giro del volante ya que pueden llegar a bloquear el movimiento de giro al no dejar mover los codos, aspecto que en el de 2015 no sucede.
Igualmente, los nuevos asientos pierden tanto en aspecto deportivo como en comodidad ya que, en un mismo trayecto, los lumbares se nos han resentido cuando hemos conducido el recién estrenado STI mientras que con su antecesor no hemos sufrido ninguna molestia.
En la conducción
Vayamos a lo que realmente importa ¿son distintos estos dos hermanos? ¿cuál es el mejor?
Siendo el bloque motor el mismo, la diferencia entre la respuesta de estos queda condicionada a la inclusión de nuevos elementos de la nueva generación aunque lo cierto es que el comportamiento es muy parejo en tanto en cuanto a que hemos realizado pruebas de conducción utilizando el mismo tramo de carretera bajo las mismas condiciones con uno y otro vehículo y su comportamiento es casi idéntico, casi indiferenciado.
Puede que en el nuevo el turbo entre de forma más progresiva pero ambos empiezan a soplar a partir de las 2.300 rpm y es entonces cuando llega la patada.
Los frenos parecen más eficaces en el azul WRB, también puede ser que, aunque la unidad de 2011 que presentamos tiene cerca de dos años y medio y 51.000 kilómetros en su odómetro desde su matriculación, los del de 2015 tardan menos en actuar y el tacto es más agradable ya que los otros necesitan unos toques previos que los calienten para frenar en condiciones, esto no supone que nos comprometa la frenada pero sí es cierto que se puede apurar un poco más con el más joven de los dos.
Lo que sí es significativa es la respuesta del volante: además de ser menor el giro del mismo, la dirección del STI 2015 es más dura que la del 2011, de hecho se es realmente consciente de ello cuando, al bajar del nuevo y cambiar de montura, te das cuenta que es mucho más fácil mover el volante con el segundo, casi llega a hacerse pesado el esfuerzo que ha de realizarse para corregir los devenires de la carretera en el más moderno.
Digamos que, el en de 2011 la dirección parece flotar mientras que al coger el de 2015 parece que se resiste al giro. También puede ser cuestión de gustos, pero resulta más cómoda la primera.
También es cierto que, si ambas direcciones son exquisitas y precisas en cuanto a dónde entra el coche según se guíe, la que presenta el recién llegado es algo mejor si cabe ayudado por la nueva suspensión y sobre todo el chasis.
Pero sin duda, donde mayor diferencia encontramos es en el chasis. Si bien es cierto que no es inesperado ya que una de las mejoras que Subaru anunció desde la publicación de las primeras informaciones oficiales era que este chasis es un 40 % más rígido que el anterior, una vez que se está sobre el asfalto, se nota un mayor aplomo, parece más seguro trazar la misma curva con el de 2015 que con el de 2011.
Nuestro veredicto
Es decir, en conclusión, ambos coches son extraordinarios, ambos son capaces de emocionarnos al volante, de sacarnos del letargo, de asustarnos con su potencia, de entender permiten sentirse un dúo funsionado con un único fin: disfrutar de su conducción.
Pero también hay que reconocer que, si el STI 2011 es un coche excepcionalmente bueno, el nuevo STI 2015 es extraordinariamente bueno, es decir, el recién llegado es mejor aún que el anterior. Es digno de reconocer que han logrado hacer mejor lo que ya era grandioso.
Subaru ha partido una base genial para hacer un nuevo producto aún mejor. Es decir, han rizado el rizo y ha quedado un deportivo perfecto.
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