El Ssangyong Rodius es un vehículo destinado a una clientela claramente definida: las familias numerosas. Si no es así no es el vehículo indicado para ti. Y no, no es ser negativo: es ser realista. A continuación esgrimiré los motivos por los cuales el Rodius puede ser la piedra filosofal automovilística de una unidad familiar numerosa o una mala compra para un soltero o pareja.
Así es
Lo primero que impacta del Rodius es que es un monovolumen enorme, con unas medidas que no dejan lugar al reproche: 1,9 metros de ancho y otros tanto de alto y más de 5 de largo, concretamente 513 centímetros, que si bien son casi todo destinados al habitáculo, se sufre en cuanto buscamos aparcamiento llegando a ser un problema.
Buscarle un hueco llega a ser frustrante ya que la mayoría de los que encuentras en cualquier calle, a lo sumo, es el que deja un turismo de no más de 4,5 metros aproximadamente en el mejor de los casos o porque confiar en las estrechas y cortas plazas prediseñadas puede acabar con resultados como el de la siguiente fotografía: por mucho que te esfuerces por aparcar bien, es imposible.
La experiencia más problemática que he sufrido al volante de este mastodonte fue a la entrada de un aparcamiento de un hipermercado: la antena del Rodius tocó con la baliza que marca la altura máxima permitida (2,20 m según la pegatina)pero esto no fue el mayor inconveniente: buscando un lugar más o menos despejado donde poder aparcar el monovolumen con espacio nos encontramos que al meter la compra por el portón del maletero no podíamos abrirlo debido a que los 2,2 metros al techo quedaban claramente reducidos a poco más de 2 ya que los conductos de ventilación pasaban justo por encima del lugar donde quedó estacionado. Evidentemente no es culpa del vehículo, pero no deja de ser una consecuencia de su altura.
Cómo se comporta el Rodius
Una vez indicados los peros vayamos a los pros. El Rodius ofrece capacidad para hasta siete ocupantes (incluido quien conduce) esto posibilita y lo destina por lógica a un grupo de clientes muy concretos ya que, por consumo, no es un coche para nada ahorrador ya que, en los más de 200 km de prueba realizados, mayoritariamente por vías rápidas (M40 y M50 madrileñas) con poco más del 20 % del uso dentro de población, el marcador quedó en 8,4 litros a los 100 kilómetros recorridos.
No hace falta indicar que esas tasas ahora mismo no son para optar a premios como "motor más económico del año" pero pensemos una cosa: ¿y si se usa para trasladar a siete personas? Entonces la cosa cambia y el Rodius se resulta el modelo muy adecuado ¿por qué? Porque es enorme y cómodo para sus ocupantes.
El motor de dos litros turbodiesel de 155 cv cumple perfectamente con las exigencias tanto del tráfico como de mi conducción: responde cuando necesita incorporarse con brío a una autopista y es dócil una vez que se establece una velocidad constante y siempre está dispuesto a coger velocidad de forma constante y progresiva sin dejarte en la estacada o comprometido. Es posible que en viajes largos de varios cientos de kilómetros seguidos se pueda llegar a los 7,5 de consumo mixto que marca su ficha.
Aún siendo un vehículo alimentado con gasoil el traqueteo propio de los motores que consumen gasóleo no es tan sonoro como en otros vehículos lo cual se agradece sobre todo en momentos en los que, aún encendido, no se está en marcha y circulando aún menos se escucha ruido alguno.
El cambio es cómodo y se lleva a cabo de forma directa salvo la marcha atrás que exige un largo movimiento hacia la izquierda, algo similar cuando queremos liberar al vehículo del freno de mano (en este caso incorrecto denominarlo así ya que hereda el sistema de estacionamiento de Mercedes-Benz de cuarto pedal, a la izquierda del del embrague que exige levantar significativamente la rodilla para accionarlo, y tirador tipo pestaña para liberarlo situado bajo el regulador de la altura de las luces).
Pero como indicaba una vez se sitúa uno en cualquiera de sus plazas se da cuenta que es un coche destinado a arrojar comodidad por sus cuatro costados. Dentro sus butacas son tremendamente cómodas, parecen sofás y la amplitud tanto hacia delante como por los lados de éstas le hace idea para desplazamientos donde se busca confort ante todo. Además tiene muy buenos detalles como los asientos calefactables (los delanteros) y el volante cuenta también con un sistema de calefacción muy agradable que en crudos días de invierno como los presentes ayudan agarrar el volante con una sensación más que confortable.
Una vez que se pone en marcha es cierto que su altura te hace creerte al volante de vehículos de otros segmentos, por ejemplo, dio la coincidencia de esperar en un semáforo en paralelo con un autobús de la Empresa Municipal de Transporte madrileña y su conductora y yo, conductor del Rodius en ese momento, quedábamos casi casi a a misma altura, ella poco más arriba que yo pero por no más de dos decenas de centímetros.
Esto hace que a la hora del descenso se pueda hacer directamente desde la butaca donde se ha viajado pero también plantea la duda de ¿y si uno de sus ocupantes fuera una persona mayor o con movilidad reducida? Podría arriesgarme a decir que se vería obligado a ser ayudado para bajar o subir. Aprovechando este movimiento de subida o bajada hay que señalar que la configuración 2+2+3 (dos asientos delante, dos en posición central y tres detrás) hace obligatorio que para acceder a las plazas traseras se pase por el pasillo central que hay entre las dos intermedias lo cual exige que si se viaja detrás se tenga que caminar por el interior del Rodius hasta llegar a la banqueta posterior.
Volviendo al ambiente de confort y a la calurosa habitabilidad se añadan otros puntos fuertes como el sistema multimedia destinado a los asientos centrales y traseros donde una considerable pantalla de tipo TFT se puede desplegar del techo y permita la visualización de material audiovisual o bien se ponga en marcha un sistema de entretenimiento el cual incluye un mando similar al de una conocida videoconsola japonesa.
El interior combina bonitos detalles como el acabado en una piel sintética de las puertas o los acabados en el salpicadero, el reposabrazos entre las plazas delanteras con dos compartimentos de significativa capacidad de almacenamiento o el nombrado equipo multimedia que incluye también lector multiplataforma o navegador GPS y un sistema de audio más que bueno que se contraponen a otros de baja calidad o dudoso acierto como unos tiradores de apertura de la puerta y el pestillo de la misma pintados con pintura cromada (que hace pensar que del uso diario acabarán perdiendo la propia pintura) o los plásticos rígidos y poco agraciados de la consola central pero, sin duda, lo peor es la pantalla destinada a quien conduce: pequeña, poco atractiva y a veces insuficiente dado que las esferas de temperatura del motor, velocidad, revoluciones e indicador del volumen del tanque del combustible se encuentra justo en el centro del salpicadero.
Cuando se circula en el Rodius el peso, de 2.750 kg, la suspensión y la altura hace que ciertos movimientos y la inercia provoquen sensaciones de "flotación" en su interior pero es cierto que, dada la obsesión de nuestros gobernantes de sembrar cualquier calle con badenes o resaltos se agradece tener un sistema de amortiguación que no exija reducir la velocidad al máximo para pasarlo con garantías y sin sufrir esguinces o desgaste cervical.
Los frenos son muy eficaces teniendo en cuenta sus casi tres toneladas y el pedal tienen un recorrido corto y pesado (muy a mi gusto) y cuando, sin exigirle frenadas de emergencia pero sí alguna contundente debido a las habituales sorpresas de los típicos colapsos del tráfico madrileño te piden pisar rápido y con decisión el pedal del freno, aun no circulando a una velocidad elevada, el Rodius se queda donde lo necesitas.
Acepta bien los movimientos más o menos bruscos o exigentes en el giro de calles perpendiculares a las que circulamos, la visibilidad desde el puesto de conducción es buena, muy alta, como decía anteriormente, parece que te pongas a los mandos de una furgoneta de reparto pero esto ayuda cuando necesitas saber si "por ahí" entras o no. Igual que cuando se echa marcha atrás, donde la cámara de visión posterior no se hace necesaria sino accesoria ya que tanto con los retrovisores laterales como, sorprendentemente con el interior se puede saber sin necesidad de recurrir a la odiosa manía de ciertas personas de "aparcar de oído o al toque".
Quizás un punto no muy fuerte del Rodius sea el espacio destinado al maletero, sí es cierto que el volumen disponible (875 litros aunque ampliables a 1.975 si se elimina la fila trasera, pero no es éste el caso) es elevado pero contando con apilar maletas o bultos hacia arriba, no a lo ancho ni hacia adentro, igualmente, al tener que depositar sobre el piso del propio maletero la carga exige disponer de una malla, red de sujeción o caja de almacenaje cuando no se completa su capacidad ya que dentro los objetos se mueven libremente al iniciar la marcha (por ejemplo la compra hecha en el hipermercado que indicaba al inicio donde botes, paquetes, bolsas y demás pequeños recipientes acabaron moviéndose sin control en el desplazamiento de poco más de 2 km desde el parking dicho hasta mi domicilio)
Conclusión
El Rodius 2.0 gasóil de 155 CV de prueba tiene un precio próximo a los 30.000 euros, ahora con la reciente promoción para familias numerosas de la marca surcoreana se puede conseguir con un descuento de hasta 3.000, se puede considerar sin miedo a la equivocación como una compra adecuada e inteligente para una unidad familiar cuyo número de componentes supere los cinco miembros y cuya máxima exigencia sea la comodidad en los desplazamientos sobre todo los largos donde su buena disposición al cuidado de sus ocupantes son una realidad.
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