El público de Córdoba adoptó la competencia casi como un ritual sagrado que se repite año a año y que lo hizo propio hasta darle al rally una identidad propia. Bien es sabido en el mundo entero de la pasión de los cordobeses, sanos anfitriones a una fiesta del automovilismo con una jerarquía y prestigio bien ganada dentro del calendario mundial. Como es lógico, este año el público de Córdoba está cumpliendo con las expectativas depositadas en él, después de nada más ni nada menos que treinta años apoyando al rally. Un público que en muchas ediciones tuvo que soportar las inclemencias del tiempo o el insomnio de muchas noches para ver pasar a sus ídolos, pero que ya desde las verificaciones ha estado animando a los pilotos.
Historias de padres e hijos
Muchos de estos aficionados en la primera edición llevaban a sus hijos a la competencia, hoy esos niños ya son mayores y siguen acompañando a la prueba con sus propios hijos. Es la fiesta impostergable, la que no se puede dejar de lado, todo para el cordobés está justificado para presenciar la prueba a la que acude año tras año. Hoy a nivel mundial cada competencia del calendario es un desafío permanente para los organizadores que despliegan todo su ingenio para llevar adelante una competencia como esta que reúne más de un millón y medio de espectadores durante una semana convirtiéndola en la de mayor convocatoria de público en el país.
Hoy el campeonato presenta equipos y pilotos, hay nuevas caras dentro de las competencias mundiales y nuevas estructuras para ver y comparar, se han renovado las expectativas y la presente edición tendrá un nuevo ganador tras la era post Loeb. Señores bienvenidos a la fiesta del Rally de Argentina, los fans ya están disfrutando de ella.
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